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Mostrando las entradas de diciembre, 2013

Invierte en experiencias y no en cosas

Yo no sé dónde habré escuchado yo esa frase (fijo en alguna propaganda de Mastercard...), pero la verdad es que se me ha quedado grabada. Y es que es muy buena. Esa ideología no intenta ir en contra del capitalismo, sino que le da un giro particular a eso del materialismo y del consumismo. Este nuevo mantra me invita a sí invertir, pero a invertir en "cosas" que no recojan polvo en la sala. Por eso, este 2013 fue el año de las experiencias. De cumpleaños y de aniversario de matrimonio #1, mi esposo me regaló una deliciosa tarde de spa, y yo nos regalé un viaje a Roma: De aniversario, mi hermana nos regaló un viaje a Oktoberfest: De cumpleaños a mi esposo (Honey cumplió años el 10 de diciembre) le traje de sorpresa a su mejor amigo: Mi papá, muy divino y muy obediente, es decir, con la misma idea de regalar experiencias y no cosas, me "regaló" a mi mamá y a mi hermana para navidad y año nuevo. Y mi esposo, igual de divino, nos regaló a

La espontaneidad tiene fecha de caducidad

A los 16 años (otro cuento de la Natalya de 16 años), mi novio de la época me invitó a cine (quería ver Hidden Tiger Crouching Dragon ). Le dije que claro, y cuando me recogió el viernes por la noche, me monté al carro y le dije, "Mejor vamos a Cartagena." Él me miró, incrédulo, y en vez de coger a la izquierda hacia el cine, cogió a la derecha hacia Cartagena.  Eso fue todo. No hubo planes. No hubo agendas ni esquemas ni itinerarios ni nada. Fuimos, cenamos, caminamos en la playa y volvimos a la casa.  Ahora, 14 años después, Honey y yo no podemos hacer eso. Primero, si es que se nos ocurren ideas espontáneas de esas, tengo que preparar la cartera: billetera, kleenex, chapstick, agua, advil, plumero, celular, iTrip, cargador, GPS, cargador y sostenedor del GPS, gafas de sol y gafas de leer (por si me toca manejar a mi de noche); y eso que ya puedo dejar el pasaporte en la casa, porque antes me tocaba cargarlo pa'rriba y pa'bajo.  Es que ya uno así de viej

Lo que más extraño

Este verano cumplí 12 años viviendo fuera de mi casa. De esos son solo 9 fuera de Colombia, pero nueve años no viviendo en el país es una carrandanga de años. Siempre que entro en el tema de "casa" surge la inevitable pregunta de lo que más extraño. Generalmente contesto lo que mi interlocutor quiere escuchar, "mi mamá," "la comida," "el clima." Pero siempre, sin falta, me quedo pensando, ponderando, dándole vueltas al asunto... y me pregunto entonces a mi misma, ¿qué es lo que más extraño de mi casa? Mi mamá, claro - eso no es una mentira. Claro que me hace falta mi mamá. Pero con la tecnología (¡gracias, Steve Jobs!) hablo con mi mamá casi todos los días - a veces hasta dos veces al día. Echamos chismes, nos ponemos al día, discutimos los dilemas del día, conversamos sobre la vida. Entonces realmente no me hace falta mi mamá porque soy muy cercana a ella. La comida, claro - eso tampoco es mentira. Aunque yo hago sancocho de costilla, no es

de principios y amistades

Los principios, las normas o ideas fundamentales que rigen el pensamiento o la conducta (RAE), son complicados. La complicación nace en mi mente a raíz de una amistad nueva. Mi mejor amiga en Alemania es vegetariana. Querido lector, si no nos conocemos , debo contarte la gran ironía de esta amistad: no me gustan las verduras. Ni un poquito. Ninguna. No como verduras. Es una larga historia y una larga discusión a la que no quiero entrar. Simplemente acepta esta información y entiende la ironía. Marina, mi amiga, no come carne, y yo no como verduras. Almorzar o cenar juntas es, por supuesto, una tragedia. Yo no como verduras por malcriada; Marina no come carne por principio. Y aquí entramos al meollo del asunto. Los principios de Marina dictan que matar seres vivientes es malo. Por ende, Marina no consume seres asesinados. Pero, me pregunto, si ese principio es tan serio, ¿cómo puede Marina ser amiga mía? Marina no usa cuero porque viene de animales muertos - es principio de verdad

El ejemplo, como el tango, es cosa de dos

Cuando un adulto hace algo malo - cuestionable, digamos - se le formula la pregunta: ¿Qué ejemplo estás dando? A sus hijos, a sus familiares, a la gente que le conoce y le admira. Qué ejemplo está dando a la sociedad. Los adultos, entonces, tienen que cuidar cada paso que den, porque siempre hay alguien que le está tomando como ejemplo. Hace 20 años, chocó contra el poste de electricidad de mi edificio un hombre. Porque el choque nos dejó a todos en el edificio sin luz por algunas horas, mis papás se encargaron de conocer a este irresponsable. Hasta ese momento, su irresponsabilidad se limitaba a haberse chocado contra el poste que nos dejó sin ver la novela de turno. Rápidamente me enteré (yo escuché muchas cosas que no debía escuchar cuando era chiquita) que el hombre estaba borracho - muy borracho. Sorprendentemente, eso no agravó la situación. La tragedia seguía siendo que nos perdimos de la novela. Al cabo de unos días, mis papás se enteraron que el hombre había estado tomando c