Mi teléfono en la oficina nunca suena. Mi trabajo es internacional, de modo que todo es por email o por Skype. Así que cuál habrá sido mi sorpresa cuando algo empezó a repicar (muy lindo suena) y yo, como si fuera pueblerina, no sabía qué hacer. Levanté el auricular y dije, "Eh, aló?" - Hola Natalya, aquí está S., de la recepción. - Hola, S. Yo no sabía que mi teléfono funcionaba. - Ay, Natalya, qué graciosa eres. - Ja, ja. - Oye, tengo al S. B en la línea, quiere hablar contigo. - A quién? - Al Sr. B. Del Ministerio de Finanzas del estado de Schleswig-Holstein. - A QUIÉN?! - Qué hiciste, Natalya? - No, espérate, cómo así? Es una llamada personal o tiene que ver con la empresa o qué de qué o qué? - No dijo nada, preguntó directamente por ti. - No quiero contestar. - Te toca. Ya te lo pongo en la línea. - No, S.! Espérate! *click* - Hablo con la Sra. Natalya? Soy el Sr. B., del Ministerio de Finanzas del estado de Schleswig-Holstein. Cómo le v
a veces, por mucho que intentemos, es imposible sacarnos la realidad de la cabeza...