Tan mala soy en este cuento de matas que ni sé cómo se le dice a una persona que tiene un don para con ellas. En inglés (y alemán, francés y holandés) es igual: de la persona que trata bien a las matas, se dice que tiene un dedo verde (quizá un pulgar verde o toda la mano verde - no todos especifican). Yo no sé de matas - y si bien no estoy orgullosa de eso, tampoco me da pena aceptarlo. Sé exactamente donde van todas las tildes. Ahí está. Así compenso me falta de conocimiento vegetal. Pero es que es grave la cosa. Partamos desde lo más básico. Ayer hice ajiaco, y encontré lo que estaba segura, segurísima, eran guascas. Y se las eché a mi ajiaco - que era más bien una rica sopita de papa, con pollo, mazorca y ... laurel. Porque no eran guascas: era laurel. Lo que pasa es que yo nunca he visto una guasca en mi vida - a decir verdad, ahora que lo pienso, tampoco (hasta ayer) había visto un laurel. No en vivo y en directo al menos. Y tampoco me tomé el tiempo de buscar Lorbeerblätter
a veces, por mucho que intentemos, es imposible sacarnos la realidad de la cabeza...