Me declaro culpable. Soy lo peor. El pasado 14 de febrero fue el día de San Valentín, el día internacional de los enamorados. Yo no le paro bolas a esas cosas desde que el 14 de febrero de 2003 el entonces presidente de EE.UU. me dañó la cita perfecta al decidir mandar a mi entonces novio a pelear en la guerra contra Irak/Afganistán/El-Que-Fuera. Me quedé con los crespos hechos - sí, me había hecho unos crespos particularmente lindos ese día, y fue para nada, porque ni despedirse pudo. Escasamente tuvo tiempo de una llamada. Y desde ese día, no hago nada especial el 14 de febrero. Con Honey menos, porque con él tengo suerte de que recuerde nuestro aniversario, porque es el mismo día de su cumpleaños. Y él se salva porque como ese es su día, entonces no tiene que preocuparse por mi ni por regalo ni por nada. Escasamente un "feliz aniversario" un par de veces durante el día es suficiente para mi. Yo le recuerdo mi cumpleaños, porque sino no se acuerda (y eso que su mejor am
a veces, por mucho que intentemos, es imposible sacarnos la realidad de la cabeza...