Hay una parte de mi (una pequeña parte) a la que le da pena aceptar que me he vuelto el tipo de persona que se alegra de que le hayan dado una aspiradora de navidad. Sí, así es: el Niño Dios me trajo una aspiradora de navidad. Y la verdad, a calzón quitado y sin pelos en la lengua y haciendo uso de la veracidad en este nuevo 2015, la verdad es que no me puse contenta: Me puse extáticamente feliz, el equivalente a brincando en un pie (porque con nueve meses de embarazo brincar en uno o dos pies es igualmente imprudente y peligroso), con una sonrisa que me hizo doler los cachetes. Hey, en serio, hey, creo que fue mi regalo preferido. Y me dieron ful regalos chéveres esta navidad pasada. Es más, es posible que sea mi regalo preferido en los pasados 31 años. Pero es que esta aspiradora... ¡UF! Lo que pasa es que no es una aspiradora cualquiera, no señor. Esta es la iRobot Roomba 3000: ¡Es Robotina! Es una máquina brillante: ya ha hecho un mapa del apartamento, de modo que sabe c
a veces, por mucho que intentemos, es imposible sacarnos la realidad de la cabeza...