No sé por qué este año he estado particularmente pedigüeña, cual niña chiquita. Y he pedido cosas extravagantes. Pero por alguna razón aún no claramente definida, por esas conspiraciones del universo, por esas casualidades, alguien de algún modo me está malcriando más de lo normal.
Dije que quería un cerezo. Pero no uno que me tocara cuidar a mi, no uno que me tocara esperar 10 años hasta que creciera y diera frutos-- dije que quería un cerezo ya, lleno de cerezas ya.
Dije que quería un pato. Pero no cualquier pato, un pato de cabeza verde. Pero no lo quiero en mi casa, no quiero cuidarlo, no quiero preocuparme por alimentarlo. Quiero tenerlo y que me tenga pero no quiero que estemos atados el uno al otro.
Dije que quería M&Ms, muchos, míos. Pero no quería comprarlos yo, porque son caros en Alemania.
Dije que quería que me sorprendieran. Pero no quería arreglar la sorpresa yo, no quería tener que actuar sorprendida.
Dije que quería una fiesta, pero no una fiesta con gente que uno invita pa' que llene el lugar, sino una fiestecita con amigos, con gente que quiere estar conmigo porque disfrutamos de nuestra mutua compañía. Pero no quería tener que preocuparme yo por las cosas ni por las invitaciones ni por nada.
Dije que quería -
Hay cosas que no dije que quería, pero las quería de todos modos.
Hoy, celebrando mi vigésimo-tercer cumpleaños por quinta (y última) vez, celebrándolo de afán porque voy a llegar tarde a clase, celebrándolo con dolor de barriga porque una no debe desayunar con dulce, celebrándolo con ansiedad porque mi familia llega en 3 días, celebrándolo en un lluvioso ique-verano alemán, celebrándolo en todos los continentes, celebrándolo en 4 idiomas, celebrándolo con la qué carrandanga de acentos...
Hoy, celebrando mi cumpleaños, y habiendo recibido todo lo que quería (incluyendo el cerezo y el pato de cabeza verde), sonrío tranquila porque ha sido una vida bien vivida.
Tan buena, que de pronto hasta cambio de opinión y cumplo mi edad de verdad verdad. Mal sehen...
Dije que quería un cerezo. Pero no uno que me tocara cuidar a mi, no uno que me tocara esperar 10 años hasta que creciera y diera frutos-- dije que quería un cerezo ya, lleno de cerezas ya.
Dije que quería un pato. Pero no cualquier pato, un pato de cabeza verde. Pero no lo quiero en mi casa, no quiero cuidarlo, no quiero preocuparme por alimentarlo. Quiero tenerlo y que me tenga pero no quiero que estemos atados el uno al otro.
Dije que quería M&Ms, muchos, míos. Pero no quería comprarlos yo, porque son caros en Alemania.
Dije que quería que me sorprendieran. Pero no quería arreglar la sorpresa yo, no quería tener que actuar sorprendida.
Dije que quería una fiesta, pero no una fiesta con gente que uno invita pa' que llene el lugar, sino una fiestecita con amigos, con gente que quiere estar conmigo porque disfrutamos de nuestra mutua compañía. Pero no quería tener que preocuparme yo por las cosas ni por las invitaciones ni por nada.
Dije que quería -
Hay cosas que no dije que quería, pero las quería de todos modos.
Hoy, celebrando mi vigésimo-tercer cumpleaños por quinta (y última) vez, celebrándolo de afán porque voy a llegar tarde a clase, celebrándolo con dolor de barriga porque una no debe desayunar con dulce, celebrándolo con ansiedad porque mi familia llega en 3 días, celebrándolo en un lluvioso ique-verano alemán, celebrándolo en todos los continentes, celebrándolo en 4 idiomas, celebrándolo con la qué carrandanga de acentos...
Hoy, celebrando mi cumpleaños, y habiendo recibido todo lo que quería (incluyendo el cerezo y el pato de cabeza verde), sonrío tranquila porque ha sido una vida bien vivida.
Tan buena, que de pronto hasta cambio de opinión y cumplo mi edad de verdad verdad. Mal sehen...
muchas felicidades
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