Confieso que me encanta estar en mi casa. Quedarme en mi casa. No salir de mi casa. Lo disfruto. Especialmente cuando está frío afuera - lo cual, siendo realista, es con demasiada frecuencia en Alemania. Pero en los últimos días ha hecho un solecito agradable; tan agradable, que hasta me inventé una excusa el otro día para salir de la casa (iba a comprar plátano). Y salí - pero no pasé de la puerta. No pasé de la puerta porque, tan pronto la abrí, se me metió a la casa un monstruo feroz. Mi primera reacción, por supuesto, fue gritar "OMG OMG OMG" un par de veces, y luego proseguir a ver qué rayos era eso. Era una bestia peluda que corría por toda la casa. Se metió a la sala, se metió al cuarto, se metió a la cocina - se metió y salió de todos los cuartos del apartamento, pero no salió de la casa. Esta es la bestia que invadió mi hogar. Estuvo atrancado en la tina como 10 minutos... Yo me quedé parada en la puerta, sorprendida, asustada. Le pregunté en español que
a veces, por mucho que intentemos, es imposible sacarnos la realidad de la cabeza...