Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez que firmé contrato con la aseguradora médica y tres meses después - si, tres meses después - cuando llamé a pedir que me mandaran una carta certificando mi seguro porque - qué raro - no me había llegado mi tarjeta ni nada, me dijeron que no, que yo no estaba asegurada, ni que figuraba en pendiente de ni nada... Tampoco me habían cobrado, así que aparte del temor de ser deportada por falta de seguro médico, al menos no tenía que sufrir por haber pagado 125 Euros mensuales por 3 meses para no tener seguro. Claro que apenas les llamé entonces ahí sí aparecí, y aunque furiosa cancelé mi seguro, que de todos modos nunca existió, ya que nunca estuve asegurada, ahí sí se les dio por quitarme los 125 Euros x 3 meses. Retroactivo. Por un servicio no prestado.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez que casi nos desmayamos porque nos llegó una cuenta de celular por 165 Euros, cuando nuestro contrato era en plan cerrado por 50 Euros. Y, ¿cómo se solucionó el problemita? Con cero excusas, y con una vaga aceptación por culpa de la compañía prestadora de servicio celular, nos tocó bajarnos del bus con los 165 Euros de un sólo tiro y esperar a que el mes entrante nos quede un saldo a favor de 115 Euros. Y luego el mes de más arriba, un saldo a favor de 65 Euros. Y luego el mes de más arriba un saldo a favor de 15 Euros. Y luego el mes de más más más arriba, ya nos toca pagar. Es como un ahorro programado, sí, pero no era lo que habíamos pedido.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez que me aceptaron en la maestría y luego me dijeron que no estaba aceptada y luego me dijeron que sí estaba aceptada, que pasara por la carta. Y cuando pasé por la carta no estaba la bendita carta ni el profesor, y cuando le dije que ajá, que no había ni carta ni ná, me dice que sí, que ahí estaba la carta, QUE YO ESTOY SEGURA QUE NO ESTABA, pero que regrese el jueves a ver qué es lo que es. En este punto, ya ni sé qué rayos voy a estudiar en octubre.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez que llegué a la clínica un viernes por la mañana con un dolor muy fuerte y me dijeron que me fuera a la casa porque, dijo el enfermero en voz baja, los viernes no se agendan cirugías y lo que voy a hacer es estar postrada en una cama de hospital hasta el lunes que un médico internista me vea y me diga que realmente no tengo nada sino malestar estomacal... y terminaron operándome de emergencia porque un cálculo biliar, uno de tres, había perforado mi vesícula biliar y, según dijo el médico internista, yo como que tenía un pie más allá que acá.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez, a las 9 de la noche en invierno del año pasado, corrí al lado del bus (entaconada y con chaquetas y abrigos y de todo contra el frío) hasta llegar al paradero, sólo para que el conductor no abriera la puerta porque no estaba precisamente en el paradero cuando él llegó y abrió, sino que llegué 5 segundos después de que cerró las puertas... el próximo bus pasaba en 40 minutos. Y me dejó ahí esperando.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquellas veces que, por afán, los carros no miran hacia los lado y atropellan a los ciclistas.
Los alemanes no se equivocan.
Pfft. Dejémonos de estereotipos engrandecedores y mitificantes de una gente que es tan normal, tan olvidadiza, tan hacedora-de-errores y con igual cantidad de buena y mala fe, que nosotros. No se puede hablar de "Los Alemanes" de la misma manera que no se puede hablar de "Los Colombianos", o de "Las Mujeres". Y no es que ahora quiero que interpreten que "Los Alemanes" se equivocan ful más que los demás. No, no, no. "La Gente" se equivoca. Y la embarra. Y los contratos a veces no se concluyen, y los planes de celular no siempre son lo que uno pide, y los departamentos dentro de las universidades se pelean a ver quién tiene más poder que el otro, y siempre hay médicos que se equivocan en un diagnóstico, y siempre hay conductores de bus que necesitan llegar más rápido para cumplir con la cuota, y siempre hay bicicletas que se atraviesan donde no se deben atravesar - y conductores que no están mirando. Todos nos equivocamos. Porque todos somos humanos. Y errar es humano.
Si no eso, entonces qué.
Como aquella vez que firmé contrato con la aseguradora médica y tres meses después - si, tres meses después - cuando llamé a pedir que me mandaran una carta certificando mi seguro porque - qué raro - no me había llegado mi tarjeta ni nada, me dijeron que no, que yo no estaba asegurada, ni que figuraba en pendiente de ni nada... Tampoco me habían cobrado, así que aparte del temor de ser deportada por falta de seguro médico, al menos no tenía que sufrir por haber pagado 125 Euros mensuales por 3 meses para no tener seguro. Claro que apenas les llamé entonces ahí sí aparecí, y aunque furiosa cancelé mi seguro, que de todos modos nunca existió, ya que nunca estuve asegurada, ahí sí se les dio por quitarme los 125 Euros x 3 meses. Retroactivo. Por un servicio no prestado.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez que casi nos desmayamos porque nos llegó una cuenta de celular por 165 Euros, cuando nuestro contrato era en plan cerrado por 50 Euros. Y, ¿cómo se solucionó el problemita? Con cero excusas, y con una vaga aceptación por culpa de la compañía prestadora de servicio celular, nos tocó bajarnos del bus con los 165 Euros de un sólo tiro y esperar a que el mes entrante nos quede un saldo a favor de 115 Euros. Y luego el mes de más arriba, un saldo a favor de 65 Euros. Y luego el mes de más arriba un saldo a favor de 15 Euros. Y luego el mes de más más más arriba, ya nos toca pagar. Es como un ahorro programado, sí, pero no era lo que habíamos pedido.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez que me aceptaron en la maestría y luego me dijeron que no estaba aceptada y luego me dijeron que sí estaba aceptada, que pasara por la carta. Y cuando pasé por la carta no estaba la bendita carta ni el profesor, y cuando le dije que ajá, que no había ni carta ni ná, me dice que sí, que ahí estaba la carta, QUE YO ESTOY SEGURA QUE NO ESTABA, pero que regrese el jueves a ver qué es lo que es. En este punto, ya ni sé qué rayos voy a estudiar en octubre.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez que llegué a la clínica un viernes por la mañana con un dolor muy fuerte y me dijeron que me fuera a la casa porque, dijo el enfermero en voz baja, los viernes no se agendan cirugías y lo que voy a hacer es estar postrada en una cama de hospital hasta el lunes que un médico internista me vea y me diga que realmente no tengo nada sino malestar estomacal... y terminaron operándome de emergencia porque un cálculo biliar, uno de tres, había perforado mi vesícula biliar y, según dijo el médico internista, yo como que tenía un pie más allá que acá.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquella vez, a las 9 de la noche en invierno del año pasado, corrí al lado del bus (entaconada y con chaquetas y abrigos y de todo contra el frío) hasta llegar al paradero, sólo para que el conductor no abriera la puerta porque no estaba precisamente en el paradero cuando él llegó y abrió, sino que llegué 5 segundos después de que cerró las puertas... el próximo bus pasaba en 40 minutos. Y me dejó ahí esperando.
Los alemanes no se equivocan.
Como aquellas veces que, por afán, los carros no miran hacia los lado y atropellan a los ciclistas.
Los alemanes no se equivocan.
Pfft. Dejémonos de estereotipos engrandecedores y mitificantes de una gente que es tan normal, tan olvidadiza, tan hacedora-de-errores y con igual cantidad de buena y mala fe, que nosotros. No se puede hablar de "Los Alemanes" de la misma manera que no se puede hablar de "Los Colombianos", o de "Las Mujeres". Y no es que ahora quiero que interpreten que "Los Alemanes" se equivocan ful más que los demás. No, no, no. "La Gente" se equivoca. Y la embarra. Y los contratos a veces no se concluyen, y los planes de celular no siempre son lo que uno pide, y los departamentos dentro de las universidades se pelean a ver quién tiene más poder que el otro, y siempre hay médicos que se equivocan en un diagnóstico, y siempre hay conductores de bus que necesitan llegar más rápido para cumplir con la cuota, y siempre hay bicicletas que se atraviesan donde no se deben atravesar - y conductores que no están mirando. Todos nos equivocamos. Porque todos somos humanos. Y errar es humano.
Si no eso, entonces qué.
Comentarios
Publicar un comentario