¿Por qué tengo la realidad en la cabeza?

Desde que llegué a Alemania hace poco más de 4 años, he estado coleccionado palabras. El significado es totalmente insignificante; lo que me interesa es su sonido. Para poderme acordar de todas las que me gustan, les he asignado "dueños". Por ejemplo, quiero un hámster que se llame barfuß , pronunciado con una a un poco alargada, una r muy disimulada, de esas guturales que tanto les gusta a esta gente, y una s que se resbala de los labios hacia afuera y queda colgada en el airé un rato. (Para los aburridos, barfuß significa descalzo.)  Quiero un gato que se llame Umlaut , pronunciado con una fuerte tilde en la u mayúscula inicial, mezclando la m con la l en un solo sonido, soltando la a independiente de la u, y terminando con una t terminal que termina el tono totalmente. (Para los inquietos, Umlaut significa diéresis - literalmente se traduce como "cambio de sonido".) Quiero un conejo (o un canario, no me he decidido del todo) que se llame Eisberg , pron

Hablando de expectativas --qué tipo de mamá voy a ser hace dos semanas, y qué cosas deben (o no) picarme en la playa la semana pasada-- me he puesto a pensar mucho en qué tipo de persona será mi hijo. Todavía no tenemos ni idea si littleBabyHergett va a ser niño o niña, pero por comodidad gramatical voy a usar el masculino como neutro -- en gran parte porque, a pesar de lo que digan las ecografías caseras infalibles, tengo el presentimiento de que littleBabyHergett es un niño. Vamos a ver. Como todo padre de familia, mi esposo y yo esperamos que sea un bebé sano y que, sin importar la carrera profesional que elija, sea feliz. Pero es inevitable generar expectativas... Viendo mis hábitos alimenticios, las cosas que me hacen vomitar y que me mantienen con náuseas durante horas, veo que littleBabyHergett no va a ser el bebé con los mejores antojos del mundo. Al bebé le chocan las uvas y los bananos, no se aguanta el pollo, odios la cebolla roja y los tomates. Pero ponle una hamburgues

Hace un par de semanas, cuando todavía había verano, cuando la temperatura subió hasta 29ºC, cuando el sol picaba delicioso y tocaba esconderse bajo gafas y gorra, y tocaba bañarse en bloqueador, fuimos a la playa. Yo soy más bien cobarde, lo confieso con algo de pena, y totalmente "alérgica" al dolor - entonces evito todo lo que me pueda causar dolor. Como el agua fría, por ejemplo; porque si bien se sienten esos 29ºC, las playas del mar Báltico con suerte se calientan hasta 20ºC (que no se nos olvide que yo sigo en el norte de Alemania). Aparte de que el agua es fría,  ful fría , pienso en todas las cosas que podrían causarme dolor. A continuación, mi listado de cosas por evitar en paseos a la playa: - Aguamalas. Hay ful aquí. En serio. Es absurdo. Hay de las que pican (¿muerden?) y de las que no - pero no quiero averiguar cuál es cuál. Entonces las evito. - Langostas, cangrejos, caracoles, calamares, y demás mariscos y moluscos que se ven ricos en un p

Ahora que soy la mamá de alguien, he estado dándole muchas vueltas a qué tipo de mamá quiero ser. He pensado en cosas bobas, como que quiero ser el tipo de mamá que hornea rollitos de canela o un ponqué o brownies cualquier día - lo que pasa es que mis habilidades culinarias no siempre dan para que me quede rico. Quiero ser el tipo de mamá que prepara todo desde cero: la bandeja paisa, el sancocho, la pasta... Pero vamos a ver si sigo teniendo tiempo y ganas cuando llegue el momento. Pero hablando de cosas más serias, quiero saber si voy a ser el tipo de mamá toda exagerada que compra todo orgánico y que cuida el consumo de azúcares y de ingredientes sintéticos y que lee la parte posterior de todos los empaques a ver si mi hijo puede o no comerlo. El cuento de lo orgánico me ha frustrado bastante por la economía familiar: donde compro una decena de huevos por 99 centavos de euro, huevos normales, por 3€ compro 6 huevos orgánicos. Y, pienso yo además, yo no crecí con huevo orgánico.