#littleBabyHergett cumple hoy 15 meses. Estoy fascinada con todo lo que ha crecido y cambiado en tan solo 15 meses. Eso no es nada. Ya aprendió a dar la vuelta (de estar boca arriba a boca abajo y al revés también), ya aprendió a gatear, a subirse y bajarse del sofá y de la cama, ya camina (tomado de la mano porque es un flojo). Y yo, todavía, mirando fotos, intento descubrir cuándo exactamente fue que le salió tanto pelo y tanto rizo. Nada que lo descifro.
Ayer estaba almorzando con una amiga y fui un momento al baño para cambiarle el pañal al bebé. Cuando entré, vi que ya había alguien dentro y me disculpé - pero ella, muy amable, me hizo caer en la cuenta de que había dos cambiadores en ese baño, y que podíamos entrar sin problemas. Entramos y Rolfie, que últimamente no estaba poniendo problemas para la cambiada del pañal, decidió hacer show. Yo, apenada y un poco desesperada, le cantaba y le hacía caritas - y ella, solidaridad de madre 100%, se unió a mi en tratar de calmar al bebé. Y lo logramos. Y ajá, nos pusimos a conversar: lo de siempre, que cómo se llama, que que lindo pelo, que qué ojazos, que cuánto tiene... y dije, "mañana 15 meses." Ella se quedó pensando.
"¿Qué día es mañana?" preguntó.
"Mañana es 20," dije yo.
"¿Tu hijo nació el 20 de enero?" preguntó de nuevo.
"Sí. ¿Y eso que te sabes la fecha exacta?" pregunté yo, un poquito sorprendida.
"Mi hijo también cumple 15 meses mañana."
Nos miramos fijamente y algo en nuestra memoria hizo clic.
"¿Nos conocemos?" pregunté yo.
"No sé," dijo ella. "¿Donde nació Rolfie?"
Dije el nombre de la clínica y, antes de que ella pudiera decir "¡Mi hijo también!" ya la había reconocido.
Hace 15 meses mi esposo llevó a nuestro hijo recién nacido a dar un paseo por el ala de maternidad (para darme unos minutos de descanso muy merecidos) y se encontró con una mamá con su hijo también recién nacido. Conversaron un poco y al regresar al cuarto mi esposo me contó "el chisme." A ella la llamábamos "la de Sons of Anarchy" (una serie gringa sobre harlistas) porque estaba toda tatuada y su esposo era también todo tipo harlista (que vivan los estereotipos) - ah, y la vieja mide casi casi 2 metros. En serio. Sin exagerar. Y es rubia rubia rubia, de esas rubias naturales que además se tiñen. Pero la razón por la que la recordé es porque, durante la conversación que ella tuvo con mi esposo, le dijo, "Uf, fue un parto larguísimo... casi 30 minutos." Yo estuve en trabajo de parto 9 horas, ¿ok? Nueve horas.
Y la miré a los ojos y le dije, "¡Claro que me acuerdo de ti! Tu tuviste a tu hijo en media hora."
"21 minutos," dijo ella. "Pero mi hijo me resultó enfermo."
Fue cuando miré a su hijo fijamente y sí, si uno lo mira de manera detallada se da cuenta. Son los ojos. La forma de la boca. La nariz. La frente.
"Tiene trisomía 21," dijo. Pero en su voz no había tristeza. Solo había amor. Amor de ese infinito e incuantificable e inexplicable que solo puede sentir una mamá por su hijo.
"Yo también me acuerdo de ti," dijo. "Tu hijo tenía algo en las manos, ¿no?"
Le mostré las manitos de Rolfie. La derecha ya perfecta y la izquierda totalmente recuperada, aunque le falta una operación más.
"Eso no es nada. Tu hijo es hermoso y perfecto--¡y esos rizos y esos ojos!"
Yo miré a Louis, su hijo, y le dije, con el mismo amor con que ella le había hablado a Rolfie, "Tu también eres perfecto."
Ella me contó que ese día, el 20 de enero del 2015, nacieron 3 niños con "problemas": Su hijo con síndrome de Down, mi hijo con sindactilia, y otro niño con otro problema (ella no se acuerda exactamente qué)--y la mamá de ese niño no tuvo la valentía de ver a su hijo. Se levantó y se fue del hospital sin su hijo. Lo dejó. Ahí. Tirado. Solo. Lo abandonó.
Esta rubia de casi 2 metros es una mamá igual de enamorada de su hijo que yo. Y no habla con tristeza ni envida de la condición de su hijo. Es su hijo y lo ama. Igualito que yo amo al mío.
Al despedirnos, de nuevo me dijo, "Esas son pequeñeces, lo de Rolfie. Tu hijo es perfecto."
Y yo, de nuevo mirando a Louis a los ojos, le dije lo mismo: "Tu también eres perfecto."
La perfección es relativa, claro, desde los ojos de una mamá.
Mi hijo es perfecto, aunque a los 15 meses ya tenga más cicatrices de las que yo tengo a mis 32 años. Mi hijo es perfecto aunque no camine solo todavía a sus 15 meses. Mi hijo es perfecto. Y es mío.
Tu hijo es perfecto. Pero si tu hijo de verdad es perfecto (sin amor de mamá, hablando sin cariño y sin estar parcializada, como "perfecto" por definición médica), abrázalo y agradécele a Dios por ese regalo. Y ojalá que nunca tengas que saber lo que es tener un hijo no perfecto.
...aunque para ti lo sea.
¡Happy 15 meses Rolfie bebé!
Que buen escrito Natalya (lágrimas of course) y que lindo encuentro. La "perfección" tiene tantas definiciones como niños perfectos en el mundo. Happy cumple mes. Creo que es hora de que vengan a Barranquilla a celebrar lo que sea... #celebremosenColombia
ResponderBorrarNatalya,
ResponderBorrarMe alegra mucho leer tu artículo después de varios meses sin publicaciones. Excelente. Pude trasladarme a las situaciones que narraste. Qué gran madre eres. En lo personal, coincido con la definición de perfección, mencionada por Irene. Muchos saludos y felices 15 meses de Rolfie.