Ayer estaba en el parque con #littlebabyHergett y de repente -así, de la nada- se me acercó un niño de unos 3 años.
"Discúlpenme," me dice. "¿Quiere jugar a los piratas conmigo?"
Yo me sonrío y le digo, "Yo no, pero de pronto él sí," señalando a Rolfie.
El niño se agacha a la altura de Rolfie y, mirándolo a los ojos, le formula la misma pregunta, pero a él lo tutea (o sea, soy vieja):
"Hola jovencito. ¿Quieres jugar a los piratas conmigo?"
Rolf lo mira como diciendo, Me estás tapando el sol, amigo.
"Él es muy chiquito y no quiere jugar. Ustedes debería jugar conmigo," dice el niño.
"No es que no quiera," le digo, sonriendo. "Es que no sabe cómo es el juego. Deberías explicarle."
Él, totalmente frustrado, se gira hacia mi y me grita un poquito:
"¡Yo tampoco sé cómo de juega! ¡Se trata de ser piratas! ¡Se trata de buscar tesoros y tener espadas y barcos y ser piratas y... espadas... y eso! ¡Hay piratas buenos y hay piratas malos! ¡Y nosotros somos de los buenos!"
Y se va.
Furioso porque no sabemos jugar a los piratas.
Rolf sigue embobado con la arena en el parque y yo trato de darle agua, yogur, banano, lo que sea que me reciba.
Y de repente una mini-sombra me tapa a mi el sol. Es el niño de nuevo.
"¿Dónde está mi Schwert?" pregunta.
Y yo, Anda, ¿¡qué rayos es un Schwert!?
"¿Dónde la escondió?"
Schwert... Schwert... ¡Ah! Sword! ¡Espada!
"Yo vi tu espada allá cerca de esa árbol. No, ese árbol. Ese. Ese árbol," le digo.
Y él, "No, ¿es que acaso no la ve usted aquí mismo?" me pregunta, ya un poquito cansado de mi incompetencia y falta absoluta de imaginación.
"Ah," le digo. "Es que yo pensé que me preguntabas por la espada grande. La espada grande sí está allá cerca del árbol. Pero la espada chiquita está aquí, tienes toda la razón."
Y él, ojos incrédulos abiertos totalmente, "¿Hay una espada grande?"
"Sí, claro. Está guardada en el baúl que enterramos abajo de ese árbol con el último botín de nuestra última guerra de piratas. ¿No te acuerdas?"
"Ah, sí sí. Ya me acordé. Pero ¡mire! Aquí hay un cuchillo para usted." Me entrega un palito y se va.
Al rato regresa y dice, "Usted es el capitán pirata. Él (señalando a Rolfie) es el bebé pirata. Y yo soy el pirata. Y tenemos dos botes--uno grande para adultos como usted y como yo, y uno chiquito para el bebé pirata. Pero yo creo que nos quedamos ahora en el de bebés piratas porque estamos cuidando a su bebé. ¿Cierto?"
Yo le sonrío y Rolfie se ataca de la risa porque el niño grande "le está parando bolas y tal."
Jugando con la arena, el niño encuentra una piedra. Pero antes de que la bote, le digo:
"¡Oh gran pirata! ¿Qué hermosa gema has encontrado ahí? ¿Es una perla o un diamante?"
El niño me mira fascinado. Creo que su fascinación va algo así como, ¡Wow! ¡Esta vieja sí sabe jugar piratas! Y corre a donde su mamá y a gritos le pregunta, "Mami mami mami mami mami mami que si esto es una perla o un diamante mami mami mami mira mira es una perla o un diamante mira mira mami mamiiiiiiiii."
La mamá, que claramente también sabe jugar piratas, le felicita por el hermoso diamante que ha encontrado. Y él, con la enorme sonrisa que se pinta en la cara de un niño pirata que ha encontrado un tesoro de verdad, corre de regreso a nosotros, hacia el barco pirata para bebés, gritando para que todo el mundo oiga que hemos (sí, fue trabajo en equipo. Trabajo de piratas) encontrado un diamante.
Y ahora hay que buscar más.
Rolfie tiene un colador de arena y él tiene un balde y yo tengo una pala. Y le explico cómo va a funcionar nuestra máquina manual encontradora de diamantes y perlas y piedras preciosas: vertemos arena con la pala sobre el colador, colamos la arena y lo que queda en el colador son los diamantes.
**solo que en vez de decir cuela yo decía empuja y él estaba un poquito confundido. Pero me di cuenta de mi error y lo corregí a tiempo....
...porque ¡encontramos más diamantes!
Y como somos los piratas buenos, los compartimos con su hermanito menor y con Rolf.
Al final del día, el niño sale corriendo hacia donde su papá con su balde lleno de piedras--perdón, diamantes, y le dice que se los quiere llevar a la casa para guardarlos por siempre porque son su botín de pirata. El papá suspira y mete el balde con diamantes en el coche.
El niño regresa a donde nosotros y se despide y agradece que hayamos jugado a los piratas con él. Que fue muy chévere tener un pirata capitán y un pirata bebé.
Le sonreí y le di la orden de pirata de que fuera bueno con sus papás. "¡Sí capitán!" Me grita despidiéndose.
Y así fue como Rolfie y yo terminamos siendo piratas por un día.
Que buen día, aventuras de piratas y en alemán que seguramente le da un toque adicional.
ResponderBorrarExtraño mucho los blogs! Espero que todo este bien para ti y tu familia.
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