Yo pensé que los escritores eran las personas más maduras del universo. Definitivamente no los astronautas, que se la pasan con la cabeza en el espacio; no los médicos, que se la pasan buscando enfermedades; no los deportistas, que se pasan la vida corriendo detrás de un balón; no los ingenieros, que se la pasan apretando y desapretando tuercas; no los abogados, que están tan embadurnados de mentiras que ni saben qué es la verdad; y definitivamente no los psicólogos, porque ajá. Pero los escritores - ¿quién le encuentra un defecto a un escritor? Los pintores son locos bohemios, los escultores están chiflados; los escritores somos genios.
Bueno, sí, quizá los escritores somos un poco engreídos. Arrogantes. Auto-aduladores. Genios. Magnánimos. Tantos sinónimos...
Por eso, al estar buscando carrera y profesión para definirme a mi misma, elegí ser escritora. Y pensé, wow, soy madura porque soy escritora. Bueno, madura y todo lo demás, ¿no? Pero un día una tonta compañera de clase me gritó, "Uy, Natalya Delgado, cuidado que te caes del árbol de la madurez..." Y creo que en ese momento esa idiota me hizo caer en la cuenta de que - OMG - no, no soy madura. O sea, me caí. No soy madura, y nunca, nunca lo seré. Nunca, precisamente por la calidad/cualidad de ser escritora.
Agh.
Mis más grandes inmadureces incluyen 4 continentes y (hasta ahora) 5 blogs. Sí, tengo 5. No, no los actualizo todos como debería. No, no todos los conoces. No, no todos son públicos. No, no te voy a dar los links. Sí, sí me siento mal de que me tengan que regañar por Twitter y por emails para que me ponga las pilas y escriba.
Agh.
Y es que hace rato no escribo. No escribo por mi más reciente inmadurez (en el continente número 4). No escribo porque, como lees en este blog, escribo sobre mí. Porque así somos los escritores, creemos que somos tan maravillosos que la gente quiere, desea fervientemente leer sobre nosotros. Porque, no te engañes, lector-no-conocedor-de-las-grandes-obras-literarias-del-planeta, todos los escritores escribimos sobre nosotros mismos.
No escribo porque lo que está pasando en mi vida ahora mismo es tan privado que no quiero que el mundo lo sepa. Es bueno, y este no es un attention-whoring-drama-queen-moment en el que pongo una frase medio-ininteligible y espero recibir mensajes de cariño y apoyo. No, porque estoy bien. Pero ajá, no quiero compartir lo que estoy viviendo.
Entonces me siento en mi cama, del lado de Honey con más frecuencia de la que me gustaría aceptar, prendo mi hermosa MacBook Pro, preparo los deditos, y --
--y nada. Nada, porque si no escribo de mi, no sé de qué escribir.
Entonces, lector (especialmente @CplusLL y @BobSaieh), lamento estar tan perdida. Tengo pésimas excusas, como has leído en esta entrada. Pero bueno, tu leíste esta entrada queriendo saber cuáles son las inmadureces de los escritores, y aquí tienes una de ellas: si no podemos escribir sobre nosotros mismos, no escribimos.
Bueno, sí, quizá los escritores somos un poco engreídos. Arrogantes. Auto-aduladores. Genios. Magnánimos. Tantos sinónimos...
Por eso, al estar buscando carrera y profesión para definirme a mi misma, elegí ser escritora. Y pensé, wow, soy madura porque soy escritora. Bueno, madura y todo lo demás, ¿no? Pero un día una tonta compañera de clase me gritó, "Uy, Natalya Delgado, cuidado que te caes del árbol de la madurez..." Y creo que en ese momento esa idiota me hizo caer en la cuenta de que - OMG - no, no soy madura. O sea, me caí. No soy madura, y nunca, nunca lo seré. Nunca, precisamente por la calidad/cualidad de ser escritora.
Agh.
Mis más grandes inmadureces incluyen 4 continentes y (hasta ahora) 5 blogs. Sí, tengo 5. No, no los actualizo todos como debería. No, no todos los conoces. No, no todos son públicos. No, no te voy a dar los links. Sí, sí me siento mal de que me tengan que regañar por Twitter y por emails para que me ponga las pilas y escriba.
Agh.
Y es que hace rato no escribo. No escribo por mi más reciente inmadurez (en el continente número 4). No escribo porque, como lees en este blog, escribo sobre mí. Porque así somos los escritores, creemos que somos tan maravillosos que la gente quiere, desea fervientemente leer sobre nosotros. Porque, no te engañes, lector-no-conocedor-de-las-grandes-obras-literarias-del-planeta, todos los escritores escribimos sobre nosotros mismos.
No escribo porque lo que está pasando en mi vida ahora mismo es tan privado que no quiero que el mundo lo sepa. Es bueno, y este no es un attention-whoring-drama-queen-moment en el que pongo una frase medio-ininteligible y espero recibir mensajes de cariño y apoyo. No, porque estoy bien. Pero ajá, no quiero compartir lo que estoy viviendo.
Entonces me siento en mi cama, del lado de Honey con más frecuencia de la que me gustaría aceptar, prendo mi hermosa MacBook Pro, preparo los deditos, y --
--y nada. Nada, porque si no escribo de mi, no sé de qué escribir.
Entonces, lector (especialmente @CplusLL y @BobSaieh), lamento estar tan perdida. Tengo pésimas excusas, como has leído en esta entrada. Pero bueno, tu leíste esta entrada queriendo saber cuáles son las inmadureces de los escritores, y aquí tienes una de ellas: si no podemos escribir sobre nosotros mismos, no escribimos.
I personally hate writing about myself, pero de alguna manera todo lo que escribes es algo profundamente personal, así sea ficción.
ResponderBorrarSon temas que te intrigan, que te llaman la atención o con los que te identificas. Por ejemplo, mis personajes nunca tienen hermanos porque nunca tuve un hermano sino una hermana, y no me familiarizo con ese profundo lazo de amistad entre dos hombres.
Mis personajes tienden a ser solitarios y algo retraídos y les suceden cosas horribles. No quiere decir que soy un hermitaño asocial que vive desgracias tras desgracia, pero si refleja ciertas cualidades mías y, quizás, hasta un poco de masoquismo, pero no soy yo. Odio escribir sobre mi. No me interesa.
Y entiendo sobre excusas para no escribir. Por ejemplo, en vez de estar contestándote, debería seguir trabajando en lo que estoy escribiendo o, por lo menos, irme a dormir porque ya casi son las 2am y tengo que levantarme temprano mañana >.<
Ya somos dos los escritores que aceptamos nuestras inmadureces de frente :-)
BorrarThen, somos dos y medio. El medio por mí claro está ;)
ResponderBorrarDigamos que tres para sentir que tengo quorum, dale?
Borrar