Hola. Mi nombre es Natalya y sufro de miedo.
El primer paso es reconocer que tenemos un problema, ¿cierto?
Me da miedo la oscuridad. Anoche tenía tanto miedo - anoche, precisamente anoche, domingo 12 de mayo - que dormí muy, muy cerca de mi esposo. El pobre estaba sudando e incómodo, pero al menos yo me sentía segura. A las 5 de la madrugada, cuando ya el sol se asoma y aleja la tenebrosa oscuridad, fue que por fin tuve las agallas para ir al baño. Desde las 10 pm quería ir...
Hay cocodrilos (?) debajo de mi cama. Vivían debajo de mi cama en Barranquilla. Cuando cambié de cuarto, se fueron conmigo. Cuando cambié de cama, se quedaron conmigo. Cuando me fui del país, se fueron conmigo. Porque en Augusta no eran cocodrilitos gringos - eran los mismos de Barranquilla. Cuando compré mi primer colchón me aseguré, a propósito, de no comprar cama, para que los cocodrilos no cupieran. Digamos que fueron 3 largos años de hibernación - porque cuando llegué a Tailandia, ahí estaban. Junto con sus primas las salvajes Salamanquejas. Y cuando viví en Bogotá los mismos cocodrilos vivían debajo de mi cama. Y ahora en Alemania... aquí están. Sin importar el calor que haga, debo mantener los pies "a salvo" dentro de las cobijas. De lo contrario...
...la verdad no sé qué pasaría de lo contrario. Pero no quiero averiguar.
Esa no es una fobia. No es nada más que un tonto miedo. Porque sí soy capaz de levantarme por las noches - prendiendo todas las luces y haciendo mucho ruido para que los fantasmas me oigan y se escondan. Pero no soy capaz de mirar el espejo del baño con la luz apagada porque creo que se me aparece el tío muerto del tipo ese del cuento que me contó Andrea Montoya hace más de 20 años. Ya ni acuerdo del cuento - pero me acuerdo del miedo, y por eso no miro los espejos con la luz apagada. (Con la luz prendida soy hasta un poco narcisista...)
Fobia es la que le tengo a las salamanquejas. Es fobia porque es un verdadero sentimiento atemorizante que es totalmente irracional. No tiene explicación. No se cura con raciocinios. Alguna vez Betty me contó que le cayó una salamanqueja encima (quizá ni siquiera fue a ella sino a alguien que ella conocía) y que al intentar quitársela la tonta cosa babosa se le quedó pegada en el brazo.
Me gustaría poder decir, para aquello de tratar de dar validez y credibilidad a mi fobia, que el personaje en cuestión fue agredido por un fuerte veneno salamanquejezco que le penetró la piel, y de ahí la sangre, causando una parálisis total, causando que la piel se ampollara, causando que la sangre se le saliera por los poros, y finalmente que su cuerpo estallara en mil pedacitos.
Pero no.
En algún momento, posiblemente ni siquiera relacionado al intento de quitarla, la salamanqueja solita decidió quitarse. Y se fue. Y todos vivieron felices y comieron perdices.
No pasó nada. No mordió. No quemó. No dolió. Fijo si le preguntara a la persona ni se acordaría...
Las salamanquejas no hacen nada. No muerden. No pican. No arañan. No envenenan. Es más, dicen las malas lenguas que hasta comen moscas, mosquitos y arañas pequeñas. O sea, estos pequeños hijos del demonio son hasta buenas para el medio ambiente y tal.
Y mira: yo, que soy tan inteligente, yo sé todo esto. Yo lo reconozco. Yo lo entiendo. Pero cuando oigo el tuk tuk tuk tuk tuk que marca su territorio, o cuando veo una cola babosa que se esconde detrás de un cuadro pegado a la pared de entre un marco de la puerta con un orificio, me descompongo. Me salgo de mis casillas. No soy yo. Salto, grito, me declaro perdedora y huyo. Es que no es una competencia: es supervivencia.
Yo no sé qué rama de la psicología es la que dice que uno tiene que, literalmente, enfrentarse a sus miedos para vencerlos. Entonces, porque eso dice la psicología y los psicólogos siempre tienen la razón, me fui para Tailandia para vencer mis miedos (bueno, no me fui por eso, pero ajá...). En Tailandia viví en un cuarto con otros 10 inquilinos: salamanquejas. Las hijas del demonio. Puestas en mi camino para torturarme y hacerme pagar el karma de todos mis pecados en todas mis vidas pasadas. Hubo una vez que me tocó irme a trabajar sin bañarme (a 40ºC, olía yo delicioso...) porque una salamqueja había tomado posesión de mi ducha. Hubo otra ocasión en que apareció una cerca de la nevera y no tomé Milo por cinco días - porque la meta pones tu, y mi meta fueron cinco días. Y hubo la infame ocasión en que Moussa, mi vecino de Burkina Faso, me llamó al teléfono porque oía gritos saliendo de mi habitación. Si, Moussa, era yo, gritando porque había una salamanqueja en el techo. Justo arriba mío. Y claro, claro que hubo la vez en que al abrir la puerta de entrada a mi cuarto, una salamanqueja me cayó en la cabeza. También tuve la experiencia en un hotel en Bangkok en que me oriné en los pantalones porque no podía entrar al baño porque había una salamanqueja en el baño y el servicio de limpieza no llegó a tiempo para eliminarla (y cuando llegó sí tuvo tiempo para burlarse de mi en perfecto inglés...).
Me vine para Alemania con la absoluta confianza de que no habría salamanquejas... y Honey se encontró con esto:
¡¿Si la ves?! Es una comedora de humanos. Vino hasta Alemania para hacerme la vida imposible. Es una malvada. Una hija de satán. Un demonio ella misma.
Y me aterra. Me descompone. Es mi fobia. Y es irracional. Y yo lo sé. Y el psicólogo que dijo eso de "enfrenta tus miedos" fijo se ganó el diploma en una rifa. Porque yo enfrenté mi miedo, y me dio más miedo.
Pero, te preguntarás, ¿a qué viene todo esto? Todos tenemos miedos. Todos tenemos miedos todo el tiempo. Hay quienes pueden esconderlos mejor que otros. Hay quienes pueden vivir a pesar de sus miedos. Hay quienes creen que vivir con miedo es vivir a medias. Hay quienes quieren cachetearte para que se te quiten esos miedos. Hay quienes te exigen que crezcas para que dejes de tener miedo.
Lo único que puedo decir es: Hola. Mi nombre es Natalya. He vivido en tres continentes, he tenido aventuras que el colombiano promedio probablemente nunca va a tener. He enfrentado mis miedos. He huido de mis miedos. He tenido problemas con seres queridos por mis miedos. Tengo casi treinta años. Y ¿sabes qué? Todavía sufro de miedo.
El primer paso es reconocer que tenemos un problema, ¿cierto?
Me da miedo la oscuridad. Anoche tenía tanto miedo - anoche, precisamente anoche, domingo 12 de mayo - que dormí muy, muy cerca de mi esposo. El pobre estaba sudando e incómodo, pero al menos yo me sentía segura. A las 5 de la madrugada, cuando ya el sol se asoma y aleja la tenebrosa oscuridad, fue que por fin tuve las agallas para ir al baño. Desde las 10 pm quería ir...
Hay cocodrilos (?) debajo de mi cama. Vivían debajo de mi cama en Barranquilla. Cuando cambié de cuarto, se fueron conmigo. Cuando cambié de cama, se quedaron conmigo. Cuando me fui del país, se fueron conmigo. Porque en Augusta no eran cocodrilitos gringos - eran los mismos de Barranquilla. Cuando compré mi primer colchón me aseguré, a propósito, de no comprar cama, para que los cocodrilos no cupieran. Digamos que fueron 3 largos años de hibernación - porque cuando llegué a Tailandia, ahí estaban. Junto con sus primas las salvajes Salamanquejas. Y cuando viví en Bogotá los mismos cocodrilos vivían debajo de mi cama. Y ahora en Alemania... aquí están. Sin importar el calor que haga, debo mantener los pies "a salvo" dentro de las cobijas. De lo contrario...
...la verdad no sé qué pasaría de lo contrario. Pero no quiero averiguar.
Esa no es una fobia. No es nada más que un tonto miedo. Porque sí soy capaz de levantarme por las noches - prendiendo todas las luces y haciendo mucho ruido para que los fantasmas me oigan y se escondan. Pero no soy capaz de mirar el espejo del baño con la luz apagada porque creo que se me aparece el tío muerto del tipo ese del cuento que me contó Andrea Montoya hace más de 20 años. Ya ni acuerdo del cuento - pero me acuerdo del miedo, y por eso no miro los espejos con la luz apagada. (Con la luz prendida soy hasta un poco narcisista...)
Fobia es la que le tengo a las salamanquejas. Es fobia porque es un verdadero sentimiento atemorizante que es totalmente irracional. No tiene explicación. No se cura con raciocinios. Alguna vez Betty me contó que le cayó una salamanqueja encima (quizá ni siquiera fue a ella sino a alguien que ella conocía) y que al intentar quitársela la tonta cosa babosa se le quedó pegada en el brazo.
Me gustaría poder decir, para aquello de tratar de dar validez y credibilidad a mi fobia, que el personaje en cuestión fue agredido por un fuerte veneno salamanquejezco que le penetró la piel, y de ahí la sangre, causando una parálisis total, causando que la piel se ampollara, causando que la sangre se le saliera por los poros, y finalmente que su cuerpo estallara en mil pedacitos.
Pero no.
En algún momento, posiblemente ni siquiera relacionado al intento de quitarla, la salamanqueja solita decidió quitarse. Y se fue. Y todos vivieron felices y comieron perdices.
No pasó nada. No mordió. No quemó. No dolió. Fijo si le preguntara a la persona ni se acordaría...
Las salamanquejas no hacen nada. No muerden. No pican. No arañan. No envenenan. Es más, dicen las malas lenguas que hasta comen moscas, mosquitos y arañas pequeñas. O sea, estos pequeños hijos del demonio son hasta buenas para el medio ambiente y tal.
Y mira: yo, que soy tan inteligente, yo sé todo esto. Yo lo reconozco. Yo lo entiendo. Pero cuando oigo el tuk tuk tuk tuk tuk que marca su territorio, o cuando veo una cola babosa que se esconde detrás de un cuadro pegado a la pared de entre un marco de la puerta con un orificio, me descompongo. Me salgo de mis casillas. No soy yo. Salto, grito, me declaro perdedora y huyo. Es que no es una competencia: es supervivencia.
Yo no sé qué rama de la psicología es la que dice que uno tiene que, literalmente, enfrentarse a sus miedos para vencerlos. Entonces, porque eso dice la psicología y los psicólogos siempre tienen la razón, me fui para Tailandia para vencer mis miedos (bueno, no me fui por eso, pero ajá...). En Tailandia viví en un cuarto con otros 10 inquilinos: salamanquejas. Las hijas del demonio. Puestas en mi camino para torturarme y hacerme pagar el karma de todos mis pecados en todas mis vidas pasadas. Hubo una vez que me tocó irme a trabajar sin bañarme (a 40ºC, olía yo delicioso...) porque una salamqueja había tomado posesión de mi ducha. Hubo otra ocasión en que apareció una cerca de la nevera y no tomé Milo por cinco días - porque la meta pones tu, y mi meta fueron cinco días. Y hubo la infame ocasión en que Moussa, mi vecino de Burkina Faso, me llamó al teléfono porque oía gritos saliendo de mi habitación. Si, Moussa, era yo, gritando porque había una salamanqueja en el techo. Justo arriba mío. Y claro, claro que hubo la vez en que al abrir la puerta de entrada a mi cuarto, una salamanqueja me cayó en la cabeza. También tuve la experiencia en un hotel en Bangkok en que me oriné en los pantalones porque no podía entrar al baño porque había una salamanqueja en el baño y el servicio de limpieza no llegó a tiempo para eliminarla (y cuando llegó sí tuvo tiempo para burlarse de mi en perfecto inglés...).
Me vine para Alemania con la absoluta confianza de que no habría salamanquejas... y Honey se encontró con esto:
¡¿Si la ves?! Es una comedora de humanos. Vino hasta Alemania para hacerme la vida imposible. Es una malvada. Una hija de satán. Un demonio ella misma.
Y me aterra. Me descompone. Es mi fobia. Y es irracional. Y yo lo sé. Y el psicólogo que dijo eso de "enfrenta tus miedos" fijo se ganó el diploma en una rifa. Porque yo enfrenté mi miedo, y me dio más miedo.
Pero, te preguntarás, ¿a qué viene todo esto? Todos tenemos miedos. Todos tenemos miedos todo el tiempo. Hay quienes pueden esconderlos mejor que otros. Hay quienes pueden vivir a pesar de sus miedos. Hay quienes creen que vivir con miedo es vivir a medias. Hay quienes quieren cachetearte para que se te quiten esos miedos. Hay quienes te exigen que crezcas para que dejes de tener miedo.
Lo único que puedo decir es: Hola. Mi nombre es Natalya. He vivido en tres continentes, he tenido aventuras que el colombiano promedio probablemente nunca va a tener. He enfrentado mis miedos. He huido de mis miedos. He tenido problemas con seres queridos por mis miedos. Tengo casi treinta años. Y ¿sabes qué? Todavía sufro de miedo.
Me encantaría saber TU a qué le tienes miedo.
Jajajajaja!!! Eres igual que mi mamá, que corre y grita y salta y se anula cuando ve una salamanqueja. Para la defensa del pobre animalito que se apareció an Alemania, esa no es una salamanqueja, es una lagartija. La diferencia está en que las salamanquejas son rosdas, cantan (tuk, tuk, tuk, tuk según tu onomatopeya) y viven entre la madera de la casa; y las lagartijas son esas que viven en las matitas o los árboles, usualmente no viven en casas y la mayoría se han acabado o muerto porque las salamanquejas las han ido diezmando. Tienes suerte de encontrarte una de esas oscuritas pintadas, ya casi no se ven.
ResponderBorrarYo le tengo miedo, pavor, pánico, fobia a los saltamontes. Esos bichos inmundos verdes y aún más horrorosos los marrones. Pero la mía sí tiene razón (no que la tuya no la tenga, pero no la dices por lo menos): cuando estaba pequeña, estaba sentada de piernas cruzadas con la falda del colegio sobre las piernas, y por debajo se metió una de esas "langostas" o "mariposas" que viven entre las flores que huelen por la noche (esas blancas o amarillitas) y que se arrastran por el piso... hasta debajo de mi falda. Del susto, la pisé toda y quedó el cuerpo ahí muerto debajo mío, y yo más nunca pude ni siquiera imaginarme un bicho de esos sin que me den ganas de llorar o gritar. Tanto así, que una vez un amigo me dijo "imagínate que en mi mano tengo un saltamontes y te lo pongo en el brazo" y me tocó... y yo, sin querer, le pegué durísimo muchísimas veces, hasta que caí en cuenta que de verdad le estaba haciendo daño =(
Y bueno... yo no soy psicóloga clínica de esas que mandan a que la gente se enfrente a sus miedos... porque yo también le huyo a los míos; pero si a ti te resulta.... pues bien por ti porque yo no pienso enfrentarme jamás a un saltamontes =P
Amenaza a los cocodrilos con cazarlos y volverlos billeteras... y te aseguro que se esconden de ti la próxima vez que te duermas =P
Un abrazo desde Quilla!!
Me
Ps: Yo también le tengo pánico horroroso a ver un espejo (o cualquier superficie que refleje) de noche o a media luz. Bbbrrrr!!!!
Yo pense que no tenía ningun miedo identificable hasta sin querer queriendo fui a un hoyo inmenso en una isla, de uno 20 metros de profundiad, tal vez más y me espante, med io marea y vertigo y de todo. Lo que nunca he podido entender es porque?! No le tengo miedo a las alturas, he estado en montañas muy altas parado en riscos y acantilados, he escalado y nuca me dió nada de eso que me dió ese día. No me ha vuelto a dar y espero nunca volver a experimentar eso. En conclusión le tengo miedo a un hoyo en una isla
ResponderBorrarJa ja! Qué buena conclusión! Mira lo que escribí hace un par de años... http://ioncewasawriter.blogspot.de/2011/08/fear-of-heights-you-ask.html
BorrarAh carajo, que experiencia más traumática! Pobre de tí. Pero bueno, puedo decir que cuando yo también me veo enfrentado a algo que me asusta mi reacción, al igual que tú, es reirme, montaña rusa? Todo el mundo grita yo me carcajeo. Me imagino que donde Micheal Myers se me aparezca con su cuchillo muy posiblemente me totiare de la risa.
BorrarA me dan miedo los tornados, huracanes, torbellinos, o cualquier cosa que sea algo así como aire moviéndose súper rápido. ¿por qué? No sé, quizá películas o algo, porque nunca he visto ninguno en mi vida(hubo una vez que vi un pequeño torbellino de basura en la 53 con 46 en Barranquilla, pero era muy pequeño como para darme miedo), pero he tenido sueños atetorrizantes con ellos.
ResponderBorrarEso y cocinar con aceite y que el aceite me pringue, esos son mis miedos.
Sí!!!!!! Cocinar con aceite que "pringue" (yo hubiera dicho "salpique", pero bueno...) es horrible!!!!!
Borrarhola soy cartagenera me llamo liceth, bacteriologa y hoy estuve a punto de colapsar por tenerle miedo a las salamanquejas,, yo no las puedo ver en la pared porque creo que se van a tirar encima mio. vivi mucho tiempo en pamplona con mucho frio y feliz de que esos bichitos no estuvieran cerca mio, me mude por trabajo a tolima y aqui a comenzado mi tortura nuevamente....hoy en el laboratorio mientras me preparaba a sacar mis reactivos de la nevera encontre una salamanqueja adentro fue terrible, mi auxiliar se reia de mi y yo estaba a punto de llorar fue terrible es lo mas cerca que he estaddo de ese animal y eso y las serpientes son mis dos grandes miedos no los puedo ver ni en tele :(
ResponderBorrarLiceth, será que empezamos un club? Yo te entiendo perfectamente. Gracias por entenderme tu a mi. Es que son horribles las salamquejas!!!
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