A mi me gusta el fútbol cada cuatro años - lo confieso abiertamente y sin pena. Cada cuatro años me vuelvo hincha de la Selección Colombia y disfruto de los goles (cuando los veo sin que me avisen, que es casi nunca). Pero la verdad es que, más allá del fútbol y la fiebre mundialista, lo que me gusta es como de repente todo el mundo está mentalizado en total sintonía: fútbol, football, soccer, Fußball, futebol. Cada cuatro años, todos sabemos de rankings y de jugadores famosos; cada cuatro años, hay 32 países afortunados que de repente cobran fama - hay que vernos a mi esposo y a mi reconociendo las banderas de todos los participantes, y yo, para intelectualizar la cosa, los localizo en el mapa de la cocina y recuerdo sus ciudades capitales. Confieso, y esto sí con un poco de vergüenza (ok, FUL vergüenza), que no conocía la bandera de Portugal hasta que empezamos a llenar el álbum del mundial (que mi amiga Ana no se entere, por favor).
Es chévere ver cómo, cada cuatro años, el plan es el mismo para todos. Cómo, aunque tu selección no juegue (Colombia hace 16 años que no participa), te vuelves hincha de otro país (hace cuatro años yo le daba a Alemania estando en Madrid - y cuando la selección española ganó, los jugadores se pasearon por La Gran Vía en camiones de bomberos, mostrando la copa del mundo, y Xavi Alonso me miró directamente a los ojos y tuvimos un momento... serio...), y vives en cuerpo y alma cada segundo de los 90 minutos en la cancha.
Cada cuatro años soy fan - pero no fan del fútbol, no fan del deporte, no fan del mercadeo que lo rodea (esas propagandas argentinas de Visa o Quilmes son para llorar), no fan de la FIFA y su descarado ánimo de lucro escondido bajo el título de entidad sin ánimo de lucro. Cada cuatro años soy fan de que independientemente de nacionalidad, religión, idioma, género, ideología y raza, somos todos un pueblo, un grupo. Somos los mismos. Eso me encanta.
Ojalá gane Colombia. Eso sería otro argumento para fomentar #PékermanPresidente. Ojalá gane Brasil. Eso sería excelente para la moral de los pentacampeones. Ojalá gane algún equipo Latinoamericano.
Ojalá gane el mejor.
Es chévere ver cómo, cada cuatro años, el plan es el mismo para todos. Cómo, aunque tu selección no juegue (Colombia hace 16 años que no participa), te vuelves hincha de otro país (hace cuatro años yo le daba a Alemania estando en Madrid - y cuando la selección española ganó, los jugadores se pasearon por La Gran Vía en camiones de bomberos, mostrando la copa del mundo, y Xavi Alonso me miró directamente a los ojos y tuvimos un momento... serio...), y vives en cuerpo y alma cada segundo de los 90 minutos en la cancha.
Cada cuatro años soy fan - pero no fan del fútbol, no fan del deporte, no fan del mercadeo que lo rodea (esas propagandas argentinas de Visa o Quilmes son para llorar), no fan de la FIFA y su descarado ánimo de lucro escondido bajo el título de entidad sin ánimo de lucro. Cada cuatro años soy fan de que independientemente de nacionalidad, religión, idioma, género, ideología y raza, somos todos un pueblo, un grupo. Somos los mismos. Eso me encanta.
Ojalá gane Colombia. Eso sería otro argumento para fomentar #PékermanPresidente. Ojalá gane Brasil. Eso sería excelente para la moral de los pentacampeones. Ojalá gane algún equipo Latinoamericano.
Ojalá gane el mejor.
Que partido, que sufrimiento con Costa de Marfil, la polla mundialista se me fue para el carajo pero no me importa, estoy contento, feliz de hecho por ver que Colombia esta a un pasito de pasar a la segunda ronda. Puede que no quedemos de campeones pero han jugado mejor de lo que esperaba!
ResponderBorrarYo la verdad, sonara a frase de cajón dado al país de desde donde es escrito este blog, pero desde hace 4 años que vi a esos pelados alemanes jugando tan bien y siendo tan jóvenes dije "En el próximo mundial voy por ellos, esos van a ganar" y si, para mi ellos son mis favoritos y ojala ganen la copa.