Mi mamá mandó un correo ful bonito a dos se sus amigas y colegas agradeciéndoles por su apoyo al PEP y felicitándolas por el día de la madre. Pero al final, la muy bandida formuló la pregunta, ¿Qué significa ser hija nuestra?
Bueno, mami, ven yo te respondo.
Ser hija de mi mamá es un desastre. En todo el sentido negativo de la palabra. Desde que ella estaba trabajando con el (¿la?) FES en el PLJ se me acercaba gente extraña y me decía - no, me gritaba, "Ay, no, ¡yo AMO a tu mamá! ¡Tu mamá es lo mejor que me ha pasado en la vida! ¡Tu mamá es divina!" Era desesperante. Daba pena. Estaba esta gente, que realmente no conocía a mi mamá, diciéndome que mi mamá era lo mejor.
Pues, no, mijito, no era lo mejor cuando me regañaba porque no podía escribir bien la letra a (hacía el palito de la a del lado izquierdo y no del lado derecho), y no era lo mejor cuando me obligaba a memorizar el credo para pasar clase de religión con Mrs. Donado, y no era lo mejor cuando me hacía sentarme por horas a estudiar, mirándome, analizándome, vigilándome. Y no era lo mejor cuando no trabajaba y se quedaba en la casa todo el día, todos los días, y miraba yo con quién hablaba y con quién no.
Después vino la experiencia con sus alumnas de El Pinar, a quienes realmente odié. Una parranda de pelaitas (de mi edad) siempre alabándome en público porque mi mamá era genial, y quitándome a mi todo tipo de valor intrínseco. Es decir, yo tenía valor como ser humano por ser la hija de Irene. Y ya. Yo, mi personalidad, mis logros, lo que hace que una persona sea persona, eso no valía. Valía que era la hija de Irene.
Y es que no eran sólo las niñas de mi edad. No, ojalá hubiera sido sólo eso. Eran también los adultos, recordándome los enormes "zapatos" que tenía que llenar porque mi mamá es una gran mujer y yo menos no puedo ser, no señor. Y peor eran las que conocían a mi abuela Alycia y decían, "Claro, es que del tal palo, tal astilla. Vamos a ver con qué sale la nieta de Alycia." Y de nuevo yo era desnudada de todo valor por ser yo. Yo era sólo mi herencia. Nada más.
Ser hija de Irene es un desastre. Nos tocaba no tener domingos en familia porque mi mamá estaba (y sigue estando) en eventos del PEP. Nos tocaba cancelar las cenas porque mi mamá llegaba muy tarde porque estaba en el PEP. Tocaba contestar el teléfono a cualquier hora de cualquier día porque podía ser alguien interesado en el PEP.
Y esas eran las épocas fáciles, en las que mi mamá ni dictaba clase para UniNorte ni atendía clientes en la casa. Ahora toca además pedirle permiso al Dr. Celedón para que mi mamá pueda atender a UniNorte y a sus clientes y, ajá, si queda un poquito de tiempo y Cynthia no le agenda nada, y Heyleen no llama, y ningún PEP tiene ninguna tragedia familiar/personal que SOLO se puede resolver con la intervención de Irene... bueno, si todo eso se da, podemos pasar tiempo con mi mamá.
Es que ser hija de Irene es un desaste. Y para colmo Irene es psicóloga, entonces siempre está preguntando, Pero, how does that make you feeeeeel?? Siempre está analizando, siempre está interpretando. Menos mal que ella no es fan del psicoanálisis, porque sino quién sabe qué barbaridad habría concluido...
Ser hija de Irene es un desastre. Pero ha sido el mayor privilegio que he tenido en mi vida. He tenido una mamá que, viendo los errores de muchísimas otras mamás, no ha cometido esos mismos conmigo. Es la mamá que me daba "permiso" de perder el examen de Sociales en 5to de primaria porque me hacían preguntas que no servían para nada. Es la mamá que se memorizó el credo conmigo - y se olvidó del credo apenas pasé el examen. Es la mamá que siempre estuvo pendiente de con quién andaba y con quién no. Es la mamá que mis amigos hombres querían, adoraban. Es la mamá que la gente consideraba "la mamá chévere." Es la mamá estricta que nunca nos obligó a estudiar, sino que nos inculcó el placer del aprendizaje y mejoramiento continuo. Es la mamá que siempre sacó tiempo para estar con nosotras, a pesar del PLJ y del PEP y de UniNorte y de sus clientes. Es la mamá que pone en hold al Dr. Ferro y al Dr. Celedón y a todos los demás doctores porque yo la estoy llamando desde USA, o desde Tailandia, o desde Alemania, o desde Bogotá - o desde la casa, porque quiero queso costeño y no hay - de ese, de que ese que sabe a puro ganao. Es la mamá que se levanta en su cumpleaños a las 4 am porque quizás, de pronto, es posible que haya la probabilidad de que yo maybe esté conectada, para que yo la pueda felicitar por cumplir años.
Ser hija de mi mamá significa llenar qué semejantes zapatos, sí. Ser hija de mi mamá significa tener que compartirla con PLJs, con PEPs, con ex-alumnas de El Pinar, con alumnos de UniNorte y con sus clientes. Ser hija de mi mamá significa saber que sí, siempre estoy siendo analizada e interpretada desde la fenomenología, pero ser hija de mi mamá significa saber qué significa eso. Ser hija de mi mamá significa saber que siempre hay una respuesta para todo, y que todo tiene que ver con la ac-ti-tud.
Ser hija de mi mamá es un desastre. Y es un privilegio. Esa es una verdadera juxtaposición oximorónica. Y eso es lo que significa ser hija de mi mamá.
Feliz día de las madres, mami.
PD: ¡No alcanzo a imaginarme lo que significa ser hija de tu mamá!
Bueno, mami, ven yo te respondo.
Ser hija de mi mamá es un desastre. En todo el sentido negativo de la palabra. Desde que ella estaba trabajando con el (¿la?) FES en el PLJ se me acercaba gente extraña y me decía - no, me gritaba, "Ay, no, ¡yo AMO a tu mamá! ¡Tu mamá es lo mejor que me ha pasado en la vida! ¡Tu mamá es divina!" Era desesperante. Daba pena. Estaba esta gente, que realmente no conocía a mi mamá, diciéndome que mi mamá era lo mejor.
Pues, no, mijito, no era lo mejor cuando me regañaba porque no podía escribir bien la letra a (hacía el palito de la a del lado izquierdo y no del lado derecho), y no era lo mejor cuando me obligaba a memorizar el credo para pasar clase de religión con Mrs. Donado, y no era lo mejor cuando me hacía sentarme por horas a estudiar, mirándome, analizándome, vigilándome. Y no era lo mejor cuando no trabajaba y se quedaba en la casa todo el día, todos los días, y miraba yo con quién hablaba y con quién no.
Después vino la experiencia con sus alumnas de El Pinar, a quienes realmente odié. Una parranda de pelaitas (de mi edad) siempre alabándome en público porque mi mamá era genial, y quitándome a mi todo tipo de valor intrínseco. Es decir, yo tenía valor como ser humano por ser la hija de Irene. Y ya. Yo, mi personalidad, mis logros, lo que hace que una persona sea persona, eso no valía. Valía que era la hija de Irene.
Y es que no eran sólo las niñas de mi edad. No, ojalá hubiera sido sólo eso. Eran también los adultos, recordándome los enormes "zapatos" que tenía que llenar porque mi mamá es una gran mujer y yo menos no puedo ser, no señor. Y peor eran las que conocían a mi abuela Alycia y decían, "Claro, es que del tal palo, tal astilla. Vamos a ver con qué sale la nieta de Alycia." Y de nuevo yo era desnudada de todo valor por ser yo. Yo era sólo mi herencia. Nada más.
Ser hija de Irene es un desastre. Nos tocaba no tener domingos en familia porque mi mamá estaba (y sigue estando) en eventos del PEP. Nos tocaba cancelar las cenas porque mi mamá llegaba muy tarde porque estaba en el PEP. Tocaba contestar el teléfono a cualquier hora de cualquier día porque podía ser alguien interesado en el PEP.
Y esas eran las épocas fáciles, en las que mi mamá ni dictaba clase para UniNorte ni atendía clientes en la casa. Ahora toca además pedirle permiso al Dr. Celedón para que mi mamá pueda atender a UniNorte y a sus clientes y, ajá, si queda un poquito de tiempo y Cynthia no le agenda nada, y Heyleen no llama, y ningún PEP tiene ninguna tragedia familiar/personal que SOLO se puede resolver con la intervención de Irene... bueno, si todo eso se da, podemos pasar tiempo con mi mamá.
Es que ser hija de Irene es un desaste. Y para colmo Irene es psicóloga, entonces siempre está preguntando, Pero, how does that make you feeeeeel?? Siempre está analizando, siempre está interpretando. Menos mal que ella no es fan del psicoanálisis, porque sino quién sabe qué barbaridad habría concluido...
Ser hija de Irene es un desastre. Pero ha sido el mayor privilegio que he tenido en mi vida. He tenido una mamá que, viendo los errores de muchísimas otras mamás, no ha cometido esos mismos conmigo. Es la mamá que me daba "permiso" de perder el examen de Sociales en 5to de primaria porque me hacían preguntas que no servían para nada. Es la mamá que se memorizó el credo conmigo - y se olvidó del credo apenas pasé el examen. Es la mamá que siempre estuvo pendiente de con quién andaba y con quién no. Es la mamá que mis amigos hombres querían, adoraban. Es la mamá que la gente consideraba "la mamá chévere." Es la mamá estricta que nunca nos obligó a estudiar, sino que nos inculcó el placer del aprendizaje y mejoramiento continuo. Es la mamá que siempre sacó tiempo para estar con nosotras, a pesar del PLJ y del PEP y de UniNorte y de sus clientes. Es la mamá que pone en hold al Dr. Ferro y al Dr. Celedón y a todos los demás doctores porque yo la estoy llamando desde USA, o desde Tailandia, o desde Alemania, o desde Bogotá - o desde la casa, porque quiero queso costeño y no hay - de ese, de que ese que sabe a puro ganao. Es la mamá que se levanta en su cumpleaños a las 4 am porque quizás, de pronto, es posible que haya la probabilidad de que yo maybe esté conectada, para que yo la pueda felicitar por cumplir años.
Ser hija de mi mamá significa llenar qué semejantes zapatos, sí. Ser hija de mi mamá significa tener que compartirla con PLJs, con PEPs, con ex-alumnas de El Pinar, con alumnos de UniNorte y con sus clientes. Ser hija de mi mamá significa saber que sí, siempre estoy siendo analizada e interpretada desde la fenomenología, pero ser hija de mi mamá significa saber qué significa eso. Ser hija de mi mamá significa saber que siempre hay una respuesta para todo, y que todo tiene que ver con la ac-ti-tud.
Ser hija de mi mamá es un desastre. Y es un privilegio. Esa es una verdadera juxtaposición oximorónica. Y eso es lo que significa ser hija de mi mamá.
Feliz día de las madres, mami.
PD: ¡No alcanzo a imaginarme lo que significa ser hija de tu mamá!
Natalya... ser tu mamá es un reto permanente que va desde hacer el mejor esfuerzo en que no se agüen los ojitos cuando leo tus escritos y acompañarte desde mi óptica en todo lo que tiene que ver con tu ac-ti-tud frente a la vida, frente a la gente (amigos, conocidos, personas), frente a la comida ("un helado puede ser una emergencia"), frente a la disciplina (madrugar mas y trasnochar mas), frente a la energía, a la risa, a la reconciliación, al cariño, al compromiso, a la NO-mediocridad. Ser tu mamá es desarrollar la habilidad para escuchar y sentir que no estás feliz en ese momento preciso en el que estamos hablando (por cel, por tel, por skpye, por e-mail) y gracias a esa "habilidad" no preguntar "how does that make you feel" aunque se que you are not feeling well (i.e. happy en ese preciso momento, porque I do know que al minuto de colgar todo mejora). Ser tu mamá Natalya es un reto y también es un privilegio. Ahora ¿ser hija de Alycia? eso si es tema de otro blog. Love you a lot. Me encantó el artículo y si, si tengo los ojitos agüaditos.
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