El problema de las opiniones es que todo el mundo tiene una

Cuando hablo de algo serio con alguien y esa persona me pregunta qué pienso, siempre respondo a su pregunta con otra pregunta: "¿Quieres que esté de acuerdo contigo, o de verdad quieres saber lo que pienso?"

Porque una cosa es estar con una persona a la que eres cercana y darle tu opinión honesta - pero otra cosa muy diferente, muy diferente, es ponerte a hablar babosadas sin que hayan solicitado tu opinión. Mira lo que escribí sobre esto aquí y aquí. Obviamente es un tema que me altera.

Por eso con frecuencia soy callada con respecto a las cosas que me aquejan, porque no quiero oír opiniones - sobre todo cuando hay gente que piensa que sus opiniones son regla y deben dictar mi camino a seguir. Entonces, ajá, la cosa se vuelve complicada.

Uno de los temas en el que todo el mundo se mete es en mi dilema PERSONAL Y PRIVADO de tener mascota - perro o gato. Desear tener mascota, he descubierto, es más polémico que desear tener hijos, o desear no tenerlos.

Entre mi esposo y yo montamos diferentes cosas en facebook expresando nuestro deseo de tener un gato. O un perro. O los dos. O un hámster. Ya le tenemos nombre a todos: el perro, Kolbenfresser; el gato, Umlaut; el hámster, Barfuß. Son mis tres palabras preferidas en alemán. Y chévere porque nos reímos y soñamos sobre cómo sería tener a Umlaut acostado sobre mi almohada, y tenemos pesadillas de lo que sería tener que sacar a Kolbenfresser a pasear en invierno.

Es chistoso y agradable cuando la gente hace comentarios "vacíos" como, ¡qué chévere!, o ay, no, mejor un gato que un perro o al revés - pero son comentarios amigables, no son opiniones. Incluso me han llegado comentarios sobre lo peligroso que pueden ser los gatos por aquello del toxo y tal - ese, específicamente, fue un comentario, no una opinión. Y fue un comentario que me ayudó a perder la gana de un gato.

Hasta que llegan las opiniones... y llegan en serio. Y no sólo nos llegan por internet (hasta emails me han mandado), sino que cuando el tema sale a colación en persona se pone la cosa peluda.

Me han bombardeado con el tema financiero: un perro cuesta plata. En Alemania hay que pagar impuesto por tener perro, se recomienda tenerle seguro médico y seguro contra accidentes - eso todo suma hasta 80€ mensuales. Me parece un tema interesante este financiero, porque no lo conozco. Pero deja de interesarme cuando el interlocutor espera que yo, en ese instante, diga, "Sí, tienes razón: no voy a tener un perro porque no quiero o no puedo cumplir con la demanda financiera."

Mira, amigo: yo no voy a discutir mis finanzas contigo. Si quiero y puedo, o si no puedo ni quiero, cumplir con la demanda financiera, es una decisión que voy a tomar junto con mi esposo y no te compete. Así que deja el tema.

Pero el "amigo" no lo deja.

Entonces se mete su novia a atacar mi manejo de tiempo: "¿Tienes tiempo? Quizá ahora sí. Pero, ¿en 3 años tendrás tiempo? Porque los animales necesitan y merecen tiempo. Y viven muchos años. Entonces qué - cuando consigas trabajo, o cuando salgas con tus amigas o cuando te aburras, ¿qué le pasa al pobre animalito?"

A ver, amiga: no me conoces y no conoces ni mi manejo del tiempo ni mi sentido de responsabilidad. Así que no te las des aquí de santa asumiendo que yo soy una irresponsable pelaíta de 10 años que se va a aburrir de la mascota y que la va a botar. No te metas con mi integridad.

Entonces se mete la típica vieja loca que tiene 2 perros y 1 gato y pescaditos y pajaritos y todo el zoológico en su casa: "Nat, tener mascotas es una gran responsabilidad. Tienes que quererlos toda la vida, porque viven para toda la vida. Tienes que adiestrarlos y pasearlos y sacarlos y amarlos y alimentarlos y limpiarlos..." Y me dice todo esto como si yo no supiera que los animales son seres vivientes que comen y van al baño.

Entonces se mete la que cree que me conoce a decir, "Nat, sorry, pero yo no creo que tu seas el tipo de persona que puede tener mascotas..."

Um, excuse me?!

Yo soy el tipo de persona que yo decida ser. Y si yo decido que puedo ser el tipo de persona que tiene mascotas, lo seré. Pero no me digas qué puedo y qué no puedo ser, ni qué tipo de persona soy o no soy.  Crees que me conoces, pero, ¿me conoces realmente?

Si me conocieras realmente sabrías que soy el tipo de persona que quiere de todo - yo entro a una pastelería y quiero uno de cada uno. Quiero de todo: Quiero un perro y un gato y una jirafa y un baby elefante y quiero un unicornio y quiero una piscina y quiero una maid y quiero una casa con jardín y hortalizas y rosas amarillas. Quiero muchas cosas - algunas son cosas absurdas, algunas son sueños que de verdad espero cumplir algún día. Pero (para que me conozcas, querido Lector) soy el tipo de persona que sabe qué quiere de verdad, en la vida real, y qué es sólo un deseo absurdo.

Pedir "uno de cada uno" en una pastelería o panadería es un deseo absurdo. ¡Quiero hacerlo! Algún día lo haré - pero soy consciente de que no es una decisión inteligente.

Igualito con el gato - quiero un gato, quiero un gato con toda mi alma. Pero ya tuve gato y sé que no quiero gato. ¿Me entiendes? Lo quiero pero no lo quiero. Y yo lo sé. Y mi esposo lo sabe. Y ya. Sigo queriéndolo, pero ya no lo quiero. You know what I mean? Oh oh oh (el equilibrio perfecto...)

Lo mismo con el perro - quiero un perro. Pero entre mi esposo y yo hemos decidido que no queremos perro. Eso no quiere decir que no lo siga queriendo - pero es una decisión que entre los dos tomamos. En últimas, somos las únicas dos personas que importamos en esta relación.

Mira - el problema de las opiniones es que todo el mundo tiene una. Tenla. Esa es tu prerrogativa. Pero piensa antes de compartirla. ¿Te la han pedido?

Yo quiero un perro. Quiero un perro con toda mi alma. ¿Quiero saber qué piensas al respecto? No. Gracias.