Conocí a Punker Jan una tarde de verano en la playa. Había hecho tanto calor en las pasadas semanas que la temperatura del agua llegó a niveles récord que desde décadas no se veían - supuestamente, porque no he encontrado registros para evidenciar esto, pero ajá. Esa tarde, un miércoles, Honey y yo fuimos a almorzar a la playa. Llevamos nuestro asador (chiquito, perfecto para una pareja de recién casados), media bolsa de carbón, líquido inflamable para acelerar y asegurar un buen fuego. Con la mochila colgada al hombro y el sombrero vueltiao portado con orgullo, nos sentamos en la arena a disfrutar de la tarde y a esperar a que se asara nuestro almuerzo.
En esas se nos acercó un joven alemán. Nos pidió si, después de haber asado toda nuestra comida, podría él utilizar nuestro asador y nuestra brasa para asar unas pechugas de pollo. Dijimos que por supuesto.
Al cabo de una media hora, se acercó el joven con sus pollos, y le cedimos el asador. Viendo que esa asada iba pa' largo, se sentó a nuestro lado a conversarnos.
Se llama Mike. Viene de otro estado, un poco abajo del nuestro. Era drogadicto y parte de su programa de rehabilitación consistía en irse lo más lejos posible de sus malas compañías. Eligió (o le eligieron) Kiel porque tiene buenas escuelas de capacitación técnica. Mike ahora estudia y vive del Estado.
Se acercó durante esta conversación un joven a insultar a Mike porque los pollos estaban demorados. Viendo el tono risible de ambos, nos dimos cuenta de que eran amigos, o al menos parte del mismo grupo. El nuevo joven nos miró y dijo, "Soy Punker Jan."
Ya en otras ocasiones he discutido el tema de la identidad. Yo, por ejemplo, me presenté durante muchísimo tiempo como "Natalya, from Colombia, South America not South Carolina." Es decir, mi identidad residía en mi nacionalidad. Para Jan obviamente su identidad reside en ser punkero. El punk es un género musical, una forma de vestir, un tipo de peinado, un estilo de vida, una mentalidad anárquica pseudo-pacifista. Y Jan es uno de ellos, es punkero: se viste oscuro, tiene cresta, se rehusa a vivir del Estado pero también se rehusa a conformarse a las normas de una sociedad regida por un Estado social-democrático. Pero además, como buen europeo ignorante que nunca ha salido de su estado, relaciona la palabra "Colombia" con "cocaína". Y él, siendo conocedor de drogas, como él mismo se jacta de ser, sabe que la buena coca es colombiana. Que si tenemos y que si le damos.
Habiendo vivido en tres continentes y sabiendo la diferencia entre un insulto indirecto y un mal intento de romper el hielo, me di cuenta de que Punker Jan estaba siendo un perfecto idiota. Le dijimos que, justo como Alemania es mucho más que Nazis, Colombia es mucho más que coca. Cuando él nos interrumpió para hablarnos de la terrible situación en Colombia debido a las drogas (él a nosotros, como si nosotros no fuésemos colombianos) le pedimos que guardara silencio si todo lo que iba a decir eran sandeces sin fundamento.
Punker Jan bebió un trago de su botella de cerveza, miró hacia el cielo, se levantó y se marchó.
Mike intentó disculparse por su amigo, pero le dijimos que no era necesario. No se puede culpar a unos por la ignorancia - o malos modales - de otros.
El pollo finalmente de hizo, Mike se fue a comer con sus amigos, y Honey y yo disfrutamos de una deliciosa tarde caliente en la playa.
Pero el disfrute duró tan sólo unos minutos, porque Punker Jan vino a conversar con nosotros. Si bien sus palabras no fueron precisamente aquellas que indican arrepentimiento, su actitud sí era la de un tipo tratando de limar asperezas. Y fue entonces cuando realmente conocimos a Punker Jan.
Viene de una familia grande, todos alemanes. Odia a los Nazis. Le encanta la gente que trabaja - siendo que él mismo es desempleado. No tiene nada en contra de los inmigrantes (como nosotros), pero detesta a los flojos que llegan a Alemania a vivir del Estado - de SU Estado. Conoce la historia de su país. Compara a la Merkel con Hitler. Aunque habla feo - como una persona que no ha estudiado mucho - habla de manera coherente. Ha estado en la cárcel y no quiere volver. Ha sido drogadicto perdido en las drogas y no quiere volver a caer - pero fuma marihuana. No estudia por flojo. Y esa es una cita textual: él mismo dice que, en un país donde estudiar es gratis, es más, te pagan por estudiar, él no estudia porque le da pereza. Viene de una familia de flojos y está satisfecho - zufrieden - con eso. Pero como odia a la gente que vive del Estado, él no recibe plata del Estado: vive en la calle. Come cuando puede. Duerme donde puede. Siempre hay alguien que le regala cerveza o marihuana, entonces hasta el vicio está claro en su canasta familiar diaria.
Punker Jan no cuenta su historia ni con pena ni con resentimiento: es un pelaito de 18 años que vive su vida como la quiere vivir, a su manera, sin reglas, sin relojes ni citas ni afán ni miedo.
Al momento de despedirnos, Punker Jan nos preguntó si podría quedarse con el carbón encendido que nos sobró del asado. Le preguntamos que qué iba a hacer con él. Nos contó que esa noche iba a dormir en la playa, bajo la luz de la luna. Y que ese carbón lo mantendría caliente un rato. Además, dijo, podría calentar un pan que tenía para cenar más tarde.
Honey me miró y con la mirada le dije que sí: le regalamos no sólo el carbón caliente, sino también el carbón que quedaba en la bolsa, el líquido inflamable, y el asador.
Notablemente agradecido, dijo gracias muchas veces y, dándome la malo en despedida, me dijo, "Para que veas que no todos los punkeros somos malos."
Y le respondí, mirándolo fijamente a los ojos y sosteniendo su mano fuerte entre la mía para asegurar su total atención, "Para que veas que no todos los Colombianos somos nada más coca."
Se fue con su asador "nuevo", su carbón y su líquido inflamable. Se fue con sus amigos a la playa, a su "casa" por esa noche. Se fue a fumar marihuana (lo sé porque, muy gentil, nos ofreció). Se fue y esa fue la última vez que vimos a Punker Jan.
Se fue con su asador "nuevo", su carbón y su líquido inflamable. Se fue con sus amigos a la playa, a su "casa" por esa noche. Se fue a fumar marihuana (lo sé porque, muy gentil, nos ofreció). Se fue y esa fue la última vez que vimos a Punker Jan.
Punker Jan me cambió la vida. Un alemán tan convencido de su (patético y mediocre) discurso que vive en anarquía pacífica bajo la luz de la luna. No molesta. Tiene malos modales pero no es mala gente.
Pero, ¿será que nosotros le habremos cambiado la vida a él? ¿Será que Punker Jan se acuerda hoy, ya entrado el otoño, de ese par de colombianos que no consumen coca que le dieron regalos a pesar de sus malos modales?
Honey dice que no. Honey dice que después del segundo toque de marihuana ya Punker Jan ni se acordaría de que alguien le hubiera regalado nada.
Yo quiero creer que sí. Yo quiero creer que Punker Jan hablará de los colombianos de manera diferente. Al menos podrá decir con total certeza que de todos los colombianos que él ha conocido en su vida, el 100% no consume coca. Aunque la muestra sea de 2 colombianos nada más. No importa. Yo sí creo que le cambiamos la vida.
Yo soy realista tirando a pesimista, y siempre pienso lo peor de las personas en casi todo momento...pero ese soy yo, que la vida me fue llevando a ser así, a no conifar en nada ni darse "buenas energias" nie sperar que las cosas "van a salir bien" porque casi nunca lo hacen. PERO me encanta la gente que piensa chevre, que tiene la oportunidad que ver el lado bueno, asi como vos, de verdad ojala Punker Jan haya cambiado, al menos, su percepción de los Colombianos.
ResponderBorrarPor otro lado...tantas veces me ha tocado eso mismo que te paso y la tipica de Colombia y Columbia...que ya me da hasta pereza correguir, ya solo sonrio e ignoro :P
Mi papá y mi esposo me critican mucho por ser tan idealista. Maybe. Maybe es un error. Pero con tantos realistas-tirando-a-pesimistas (al menos los dos hombres más importantes en mi vida lo son!), alguien tiene que tener "faith in humanity", cierto? :-)
BorrarExcelente artículo. Que bien aprender y reflexionar a partir de un suceso tan extraño y fuera de la cotidianidad. Pienso que haría en tu lugar. Gracias por compartir!
ResponderBorrarMi esposo me ha criticado mucho que "nos quedamos sin grill" - lo hace medio en chiste y medio en serio... yo no me arrepiento. Al menos eso es buen karma, cierto? Y ahora puedo decir que soy bloguera y filántropa, ja ja!
BorrarMis reacciones... Para comenzar, cuando leí el título decidí que el relato sería tailandes, es decir, el (o la) protagonista sería alguien con quien Natalya-ka había tenido contacto en una pasado reciente. Por lo anterior, agradecí la aclaración sobre "punkero"; fue ahí cuando tuve la segunda reacción, de tenerlo enfrente me escuché diciéndole "mira mijitico, te sugiero que te alejes, porque cuando alguien se mete con mis hijas o con mis PLJs (ahora PEPs...) ME VUELVO UNA TIGRA. Por supuesto seguí leyendo, lo que me llevan a aportar dos frases que escuché en el Encuentro Internacional de IEEE realizado la semana pasada en La Ceja, Antioquia, Colombia: "Experiencia no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede" lo dijo el Sr. Norberto Lerandegui, creo que es Paraguayo (o de por allá, porque habla con una cantaíto bonito...) y leyendo sobre Liderazgo Nivel 5, me encontré con esta pregunta: "¿En qué se convierte la gente que entra en contacto conmigo?". No soy muy vallenatera (aunque soy fan del grupo "Alma Vallenata") sin embargo utilizo la frase que identifica a alguien del vallenato: Se las dejo ahí..!
ResponderBorrarEse tipo de experiencia es la que obligan al uso del verbo EXPERIENCIAR!!!!
Borrar