Necesito concentrarme en mi tesis, entonces no puedo comprometerme a redactar posts nuevos. Por eso te comparto uno de mis preferidos de 2010 que publiqué en otro Blog. ¡Ojalá lo disfrutes!
Tanto como no entendía por qué un país es primer-mundista y otros no, tampoco entendía por qué algunas personas (ciudadanas de algunos países, o residentes de algunas ciudades) son felices y otras no. No estoy segura qué dirán los indicadores de "felicidad" de las Naciones Unidas, o de la Unesco, o de quien sea que controle tales indicadores--o, ni siquiera estoy segura, más bien, si ese indicador existe o no. La felicidad no es un estado constante, sino todo lo contrario: una variable constante. Puedo estar feliz ahora porque hice un ponqué y me quedó rico, pero puedo no estar feliz ahora, o ahorita, porque me voy a engordar al comérmelo... De todos modos, sí creo que sea posible definir, si bien no precisamente cuantificar, qué gente es más feliz que otras.
Como yo no soy mucho de seguir las corrientes de investigación tradicionales, sino que estoy siempre a la vanguardia (eso, o la flojera que me da investigar es impresionante...), en estos últimos 5 meses he identificado un indicador de felicidad que, a mi juicio, es totalmente confiable.
El Sol.
La gente que vive con Sol es más feliz. Pobre, rica, gorda, flaca, bonita o fea--si tienen Sol, son felices.
Empezaré por un dato científico para dar credibilidad a mi declaración (aunque no nombraré fuentes por eso de la vanguardia/pereza, y porque en realidad es de cultura general): La gente que tiene exposición constante al Sol recibe dosis diarias de Vitamina D, la cual es (igual que todas las otras vitaminas y blah blah blah) esencial para el óptimo funcionamiento de nuestro cuerpo. Es fácil de entender: Si no hay Sol, no hay vitamina D; si no hay vitamina D, el cuerpo no recibe los elementos esenciales para su óptimo funcionamiento, es decir, el portador de dicho cuerpo se debilita--y la debilidad conlleva a la enfermedad.
El Sol es, por ende, biológicamente necesario para la supervivencia.
Por otro lado, el efecto psicológico del Sol es algo impactante. Imagina que eres hijo o hija de mi mamá, y que te levanta todos los días--todos los días--así:
En las mañanas Barranquilla despierta, vamos a tener un gran díaaaaaaaaaa,
Juntos iremos al calor del Sol, ¡sonriéndole siempre a la vidaaaaaaaa!
Quédate con nosotros y grita,
"¡Voy a tener un gran día hoy!"
¿Cómo puede uno no despertarse sonriendo con esa canción? Ahora, mi mamá canta muy lindo, entonces eso es un punto a favor para ella--pero que no se lleve ella solita los créditos, porque, queridos lectores, es el Sol el que hace de esa canción un éxito. Esa canción me la cantaba mi mamá mientras abría la cortina, y la ventana de mi cuarto daba directo al amanecer. Esas dosis de vitamina D a las 6 a.m. despiertan a cualquiera, y lo despiertan con una sonrisa. Es imposible ponerse bravo con una hermosa mañana soleada.
Sí, sí es posible que te despiertes de mal genio porque dormiste mal, o porque te acordaste de eso que no hiciste ayer, o por cualquiera de 3,000 razones. Pero de que sonríes con ese Sol hermoso, sonríes.
Conocí a una mujer que cantaba,
Todas las mañanas, el Sr. Sol entra por mi ventana;
me quita las cobijas, el muy gruñón, me deja sólo en piyama.
Me dice que tengo que ir a trabajar.
¡Y qué pereza me da!
Cua cua cua cua,
que me bañé y que me aliste,
voy contento a estudiar...
Y el corito, con el cua cua cua cua, se repetía como 4 veces. Nunca entendí por qué el Sol me decía que me fuera a trabajar y yo me iba a estudiar, pero bueno--no es una pieza de literatura ni mucho menos. Es el hecho de que uno con Sol empieza el día, empieza la vida, aunque el día y la vida sean rutina, pero se empieza. Se puede decir que ya hay un día menos de trabajo, o un día más de vacaciones... es el indicador más natural del inicio de ciclos.
Cuando queremos consuelo, buscamos calor. Y, ¿quién mejor para brindar ese calor que el Sol? Incluso hay una canción para eso...
Sol, solecito,
caliéntame un poquito,
por hoy y mañana,
por toda la semana:
Lunes,
Martes,
Miércoles,
Jueves,
Viernes,
Sábado
y Domingo--
y Lunes festivo!
(Porque el Lunes festivo es obviamente un día diferente...)
Habiendo dicho todo lo anterior, y aprovechando para recalcar que realmente estoy "feliz" en Alemania (todavía no me he comido el ponqué que me quedó delicioso pero que me va a engordar), no entiendo cómo estoy viviendo en un país--peor, al puro norte de un país donde el Sol puede pasar días enteros sin salir.
Claro que "sale el sol"--es decir, no es que la tierra deje de girar y que por ende no haya luz solar sobre un hemisferio en particular... Sino que no hay rayos de Sol, no hay luz Solar abundante, no hay sensación de calor.
Desde hacía 3 días no salía el Sol (me da risa que me queje, porque justo el domingo que hablé con mi mamá le conté que estaba feliz de que en Alemania no saliera el Sol, porque cuando llegamos de la fiesta de cumpleaños de Honey pasadas las 6 a.m. y no había ni rastro de amanecer, pudimos dormir todo el día, hasta las 4 de la tarde, momento en el que ya el Sol se ha puesto, de modo que nos acostamos de noche y nos levantamos de noche--y no me estaba quejando... pero como la felicidad es una variable constante... ajá...), y hoy que medio se apareció durante mi clase, mis tontos compañeros pidieron cerrar las cortinas porque no podían ver bien el tablero.
"¡Cámbiense de puesto, idiotas!", fue lo que pensé. Pero me quedé calladita, e intenté cambiarme yo de puesto, a un puesto donde a mi sí me pegaran los rayos de Sol.
Lastimosamente fue más lo que me demoré levantándome de mi puesto y yendo hacia el otro, de lo que duró el Sol. Así que, cabizbaja, volví a mi puesto...
Es triste. Yo misma noto la diferencia en mi actitud cuando hay Sol y cuando no lo hay. Yo noto el cambio en mi mirada cuando no hay Sol, cuando pasan días sin Sol. Yo me siento debilitada (claro que eso es obviamente somatización de que me hace falta mi mamá, pero ajá, digamos que el Sol --o la falta de Sol-- tampoco ayuda de a mucho) cuando no hay Sol. Y al mismo tiempo, cuando sale el Sol me siento enérgica, me siento llena, me siento contenta.
Me siento en casa.
Porque con todas las cosas malas que puede tener Barranquilla, y con todas las cosas buenas que tiene Kiel; y con todos los indicadores de tercer-mundismo que tiene la Capital de la República del Atlántico, y con todos los indicadores de primer-mundismo que tiene Kiel; y con todos los problemas que hay en Barranquilla y que en Kiel no hay (sólo para dar valor a mi argumento y dar más aire poético a mi conclusión)...
...en mi ciudad Tercer-Mundista, mi ciudad con Arroyos y con desastres y problemas y corrupción y gente que no sabe manejar, y gente que se acerca demasiado en la fila del banco, y gente que se pasa en la fila del cine, y la impuntualidad, y el meimportaunculismo, y la humedad y el calor y los trancones, y los buses feos, y los taxis que no prenden el aire, y los viejos que dicen mentiras para lograr limosnas, y los niños que no trabajan porque ganan más plata de limosneros, y los semáforos que no sirven, y los huecos en las calles-- todo eso que Kiel no tiene...
... en mi ciudad Tercer-Mundista sale el Sol todos los días.
Y por eso somos más felices. Con todo lo malo, con todo lo pobres, con todo lo feo--pero somos gente feliz.
Bueno, son gente feliz, porque yo estoy demasiado lejos y no tengo Sol.
Como yo no soy mucho de seguir las corrientes de investigación tradicionales, sino que estoy siempre a la vanguardia (eso, o la flojera que me da investigar es impresionante...), en estos últimos 5 meses he identificado un indicador de felicidad que, a mi juicio, es totalmente confiable.
El Sol.
La gente que vive con Sol es más feliz. Pobre, rica, gorda, flaca, bonita o fea--si tienen Sol, son felices.
Empezaré por un dato científico para dar credibilidad a mi declaración (aunque no nombraré fuentes por eso de la vanguardia/pereza, y porque en realidad es de cultura general): La gente que tiene exposición constante al Sol recibe dosis diarias de Vitamina D, la cual es (igual que todas las otras vitaminas y blah blah blah) esencial para el óptimo funcionamiento de nuestro cuerpo. Es fácil de entender: Si no hay Sol, no hay vitamina D; si no hay vitamina D, el cuerpo no recibe los elementos esenciales para su óptimo funcionamiento, es decir, el portador de dicho cuerpo se debilita--y la debilidad conlleva a la enfermedad.
El Sol es, por ende, biológicamente necesario para la supervivencia.
Por otro lado, el efecto psicológico del Sol es algo impactante. Imagina que eres hijo o hija de mi mamá, y que te levanta todos los días--todos los días--así:
En las mañanas Barranquilla despierta, vamos a tener un gran díaaaaaaaaaa,
Juntos iremos al calor del Sol, ¡sonriéndole siempre a la vidaaaaaaaa!
Quédate con nosotros y grita,
"¡Voy a tener un gran día hoy!"
¿Cómo puede uno no despertarse sonriendo con esa canción? Ahora, mi mamá canta muy lindo, entonces eso es un punto a favor para ella--pero que no se lleve ella solita los créditos, porque, queridos lectores, es el Sol el que hace de esa canción un éxito. Esa canción me la cantaba mi mamá mientras abría la cortina, y la ventana de mi cuarto daba directo al amanecer. Esas dosis de vitamina D a las 6 a.m. despiertan a cualquiera, y lo despiertan con una sonrisa. Es imposible ponerse bravo con una hermosa mañana soleada.
Sí, sí es posible que te despiertes de mal genio porque dormiste mal, o porque te acordaste de eso que no hiciste ayer, o por cualquiera de 3,000 razones. Pero de que sonríes con ese Sol hermoso, sonríes.
Conocí a una mujer que cantaba,
Todas las mañanas, el Sr. Sol entra por mi ventana;
me quita las cobijas, el muy gruñón, me deja sólo en piyama.
Me dice que tengo que ir a trabajar.
¡Y qué pereza me da!
Cua cua cua cua,
que me bañé y que me aliste,
voy contento a estudiar...
Y el corito, con el cua cua cua cua, se repetía como 4 veces. Nunca entendí por qué el Sol me decía que me fuera a trabajar y yo me iba a estudiar, pero bueno--no es una pieza de literatura ni mucho menos. Es el hecho de que uno con Sol empieza el día, empieza la vida, aunque el día y la vida sean rutina, pero se empieza. Se puede decir que ya hay un día menos de trabajo, o un día más de vacaciones... es el indicador más natural del inicio de ciclos.
Cuando queremos consuelo, buscamos calor. Y, ¿quién mejor para brindar ese calor que el Sol? Incluso hay una canción para eso...
Sol, solecito,
caliéntame un poquito,
por hoy y mañana,
por toda la semana:
Lunes,
Martes,
Miércoles,
Jueves,
Viernes,
Sábado
y Domingo--
y Lunes festivo!
(Porque el Lunes festivo es obviamente un día diferente...)
Habiendo dicho todo lo anterior, y aprovechando para recalcar que realmente estoy "feliz" en Alemania (todavía no me he comido el ponqué que me quedó delicioso pero que me va a engordar), no entiendo cómo estoy viviendo en un país--peor, al puro norte de un país donde el Sol puede pasar días enteros sin salir.
Claro que "sale el sol"--es decir, no es que la tierra deje de girar y que por ende no haya luz solar sobre un hemisferio en particular... Sino que no hay rayos de Sol, no hay luz Solar abundante, no hay sensación de calor.
Desde hacía 3 días no salía el Sol (me da risa que me queje, porque justo el domingo que hablé con mi mamá le conté que estaba feliz de que en Alemania no saliera el Sol, porque cuando llegamos de la fiesta de cumpleaños de Honey pasadas las 6 a.m. y no había ni rastro de amanecer, pudimos dormir todo el día, hasta las 4 de la tarde, momento en el que ya el Sol se ha puesto, de modo que nos acostamos de noche y nos levantamos de noche--y no me estaba quejando... pero como la felicidad es una variable constante... ajá...), y hoy que medio se apareció durante mi clase, mis tontos compañeros pidieron cerrar las cortinas porque no podían ver bien el tablero.
"¡Cámbiense de puesto, idiotas!", fue lo que pensé. Pero me quedé calladita, e intenté cambiarme yo de puesto, a un puesto donde a mi sí me pegaran los rayos de Sol.
Lastimosamente fue más lo que me demoré levantándome de mi puesto y yendo hacia el otro, de lo que duró el Sol. Así que, cabizbaja, volví a mi puesto...
Es triste. Yo misma noto la diferencia en mi actitud cuando hay Sol y cuando no lo hay. Yo noto el cambio en mi mirada cuando no hay Sol, cuando pasan días sin Sol. Yo me siento debilitada (claro que eso es obviamente somatización de que me hace falta mi mamá, pero ajá, digamos que el Sol --o la falta de Sol-- tampoco ayuda de a mucho) cuando no hay Sol. Y al mismo tiempo, cuando sale el Sol me siento enérgica, me siento llena, me siento contenta.
Me siento en casa.
Porque con todas las cosas malas que puede tener Barranquilla, y con todas las cosas buenas que tiene Kiel; y con todos los indicadores de tercer-mundismo que tiene la Capital de la República del Atlántico, y con todos los indicadores de primer-mundismo que tiene Kiel; y con todos los problemas que hay en Barranquilla y que en Kiel no hay (sólo para dar valor a mi argumento y dar más aire poético a mi conclusión)...
...en mi ciudad Tercer-Mundista, mi ciudad con Arroyos y con desastres y problemas y corrupción y gente que no sabe manejar, y gente que se acerca demasiado en la fila del banco, y gente que se pasa en la fila del cine, y la impuntualidad, y el meimportaunculismo, y la humedad y el calor y los trancones, y los buses feos, y los taxis que no prenden el aire, y los viejos que dicen mentiras para lograr limosnas, y los niños que no trabajan porque ganan más plata de limosneros, y los semáforos que no sirven, y los huecos en las calles-- todo eso que Kiel no tiene...
... en mi ciudad Tercer-Mundista sale el Sol todos los días.
Y por eso somos más felices. Con todo lo malo, con todo lo pobres, con todo lo feo--pero somos gente feliz.
Bueno, son gente feliz, porque yo estoy demasiado lejos y no tengo Sol.
Pues tengo dos propuestas, o mejor solo una... ven a tu casa, a tu ciudad, al tercer mundo y te garantizo que SIEMPRE saldrá el sol cuando lo llame en las mañanas cantando "en ls mañanas Baranquilla despierta...". Dale, de una, vente, el sol y yo te estaremos esperando.
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