Mi esposo y yo somos unos exagerados. Y lo aceptamos sin pena. #littleBabyHergett no puede ni sentarse solo, y ya estamos pensando en el carro que va a manejar y a qué universidad va a ir. Pero antes de tomar esas decisiones, hemos tomado otras más acordes a su edad y su nivel de desarrollo. Por ejemplo, sus juguetes. Pero #littleBabyHergett es hijo de su papá y él no juega con lo que le dan sino con lo que él quiere. Como, por ejemplo: le compramos una maraca de colores brillantes que deberían estimularlo, ergonómica para ayudar a su motricidad, y con paredes reforzadas para que no suene tan duro. Genial, ¿cierto? #littleBabyHergett prefirió jugar con el empaque, porque el plástico hacía ruido.
Aparentemente el plástico hace ruido más chévere que la maraca.
Cuando le empezaron a salir los dientes, le compramos un juguete especial: con manijas a ambos lados para facilitar el agarre, de colores fuertes para estimularlo, con un sonajero en el centro para diversión, con una superficie reflectora para más estímulo y más diversión, y dos protuberancias de un plástico blandito corrugado para morder que masajea las encías y así ofrece alivio. Pero #littleBabyHergett prefiere morder la pantufla...
Le compramos un piso esponjado y un castillo de bolas con 100 bolas de colores, y tiene una canasta llena de juguetes inteligentes y estimulantes... pero el los deja todos atrás y gatea hacia la mata.
Tiene libros en inglés, español y aleman; libros inteligentes y libros tontos; libros con muchas palabras y libros con muchas imágenes; libros que suenan y libros que brillan y libros con diferentes texturas. Pero #littleBabyHergett quiere que le lea el folleto más reciente con los descuentos en el supermercado.
El bebé tiene un sonajero que le compró la tía Nini en Italia, todo artístico y hecho a mano y artesanal y todo. Pero #littleBabyHergett quiere jugar con el empaque de Kleenex.
Este pobre niñito, que no tiene juguetes y que nadie lo quiere, tiene una cuna enorme con cobijas tejidas a mano y con amor por la abuela paterna... pero él quiere dormir en la cama de adultos con la cobija de adultos, entre el papá y la mamá. Pero de esto no me quejo, porque oírlo y sentirlo respirar a mi lado es la sensación más relajante del mundo. Y cuando se despierta y le traemos todos los juguetes a la cama para tener un momento mañanero de pereza en familia... ah... este niño quiere jugar con los rizos de la mamá y con los dedos del papá.
La verdad es que mientras siga contagiándome con sus deliciosas carcajadas, puede jugar (y no jugar) con lo que él quiera.
Rolf... hola Rolf, que buena descripción está haciendo tu mamá de lo que está pasando en tu casa ahora. No le voy a pedir a los vecinos que me cuenten como estás porque no tengo dudas de tu creatividad para descubrir en cada cosa un juguete. Me hiciste reir Natal...!
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