Ya lo dijo Joaquín Vallejo Arbeláez en su libro, "El Misterio del Tiempo," y ya lo había explicado Albert Einstein en su teoría de la relatividad. Claro, ambos temas muy científicos, muy por encima de mi capacidad de entendimiento para un largo y aburrido lunes por la noche, escribiendo a ver si el té para dormir me hace efecto y puedo descansar. (Y mi mamá me llamó y me hizo perder el hilo de lo que estaba escribiendo, entonces, ajá, a volver a empezar...)
A lo que voy es que la perspectiva que tomamos con respecto a un hecho le da un tinte particular a las cosas. Por ejemplo, una semana larga para mi puede haber sido una semana corta para Honey. Quizá se pueda atribuir la diferencia en la duración de la semana (la diferencia teórica de su duración, porque dura lo mismo) a que somos dos personas diferentes. Es posible. Para la hermana de Honey, hay poquitas cosas en el mundo más deliciosas que comerse una rodaja de tomate--yo pienso genauso lo contrario. Ew. Pero somos dos personas diferentes, y pensamos diferente. A mi hermana le gusta la lechuga y el pepino cohombro. Ew. Ella y Tatiana deberían ser amigas. Yo quiero salvar a las plantas, por eso no me las como. Allá ellas que quieren acabar con nuestro ecosistema del reino vegetal.
Pero, ¿qué pasa si tomamos a la misma persona, y le damos un mismo concepto? ¿Es posible pensar que algo es diferente, siendo lo mismo, para el mismo espectador?
Heráclito (a quien me doy cuenta he citado demasiadas veces en mi vida--que lo diga Pablo V., quién no volvió a salir conmigo hace más de 10 años luego de que cité a Heráclito...) dicta (o, dictó) que nadie puede pisar dos veces el mismo río. La filosofía es fácil de entender: el agua fluye constantemente, de modo que si bien se puede pisar la misma coordenada geográfica, no se puede pisar el mismo agua (¿la misma agua?), porque ya no está ahí. Hay otra agua, nueva, diferente. No la misma. Y el fluir del agua mueve los depósitos sedentarios en el piso del río, de modo que aunque sea la misma posición geográfica, no es el mismo río. Y nosotros cambiamos, todo el tiempo. Envejecemos, maduramos, cambiamos de parecer--no somos los mismos, aunque pisemos el mismo punto que hace un instante acabábamos de pisar.
Entonces sí, sí es posible que la misma persona tome un mismo concepto como algo diferente en un momento diferente.
Hoy monté en bicicleta, por ejemplo. La misma bicicleta que monté el año pasado y que tantos Blogs ha debido generar (pero no lo hizo); monté mi misma bicicleta por las mismas calles por donde la monté el año pasado; monté mi misma bicicleta con las mismas prendas de vestir por las mismas calles por donde la monté el año pasado. ¿Diferencia? El año pasado, la montada en bicicleta era una tragedia, una tortura, un martirio. Tengo las cicatrices--más que emocionales, aunque también tengo de esas--para demostrar lo desagradable que era montar en bicicleta. Pero hoy monté en bicicleta (no debo volver a aclarar que era la misma) y fue un placer impactante. Sentir la brisa acariciando mi cara (la misma brisa que generó un Blog sobre lo horrible que es la brisa raspando la cara), sentir la velocidad, sentir la libertad, la seguridad, la brisa...
Y fue lo mismo, y soy la misma. Pero no fue lo mismo, y no soy la misma.
El 31 de diciembre del año pasado fue un día hermoso. Dejó de nevar y se abrió el cielo--salió el sol. Un sol radiante, un sol cegador, un sol de verano (hubiéramos estado cerca de algún trópico, o cerca al ecuador, y hubiera sido un sol de bronceado a medio día en la playa o la piscina). Abrí las ventanas de par en par, me quité la chaqueta, el buso y la camiseta, y quedé sólo en camisilla, en lasisa, y me sentí casi casi en mi salsa (podemos hacer caso omiso de lo que ocurrió más tarde ese mismo día...). El 1 y 2 de enero fueron igual de hermosos.
Es posible, querido lector, que Usted se esté preguntando, a qué tanto pudo haber subido la temperatura ese día, para que yo, una costeña viviendo en el norte de Alemania hubiera hecho semejante espectáculo. Calor siento yo cuando estamos a más de 40°C. Calor siento yo cuando me cae la gota de sudor por la espalda. 35°C y menos es rico, pasa. 20°C y menos es frío de invierno y OMG-yo-que-estoy-haciendo-aquí. Bueno... la temperatura subió a 2. Sí, 2°C. Dos grados centígrados. Y yo me sentí suficientemente "caliente" para andar con lasisa por mi casa, y con las ventanas abiertas.
Bueno, anduve así por dos minutos. Luego me puse la camiseta manga-larga de nuevo y estuve así por 10 minutos. Luego cerré las ventanas y prendimos calefacción.
Ese fue quizás un momento de euforia, de felicidad, de incredulidad: por primera vez en semanas (más de 5) habíamos tenido temperaturas positivas. Por primera vez en días y días de nieve incesante, salió el sol.
El verdadero misterio, la verdadera relatividad, la veo en mi día-a-día, en mi rutina, en mi realidad.
Recuerdo cuando en septiembre la temperatura alcanzaba a bajar a 8°C. En el día se mantenía a 10°C, pero las tardes y las noches eran 8°C. Eso era brutal. Eso era casi punto de congelación. Eso era OMG-yo-que-estoy-haciendo-aquí. Mis amigas se burlaban de mi y de mis pantaletas térmicas a 8°C. Yo temblaba, los dientes me chirriaban (¿qué sonido hacen los dientes?), usaba pantaletas térmicas, dobles a veces, camisillas, camisetas, busos, chaquetas. Oh, yeah, sexy. 8°C era un karma demasiado grave para pagar.
La temperatura bajó hasta -15°C.
Hoy estuvimos a 8°C. En realidad, llevamos casi todo el mes de enero con temperaturas positivas, y casi dos semanas con temperaturas sobre 5°C todo el día. Hoy estuvimos a 8°C en la madrugada. Y se mantuvo a 8°C hasta la tarde, cuando subió a 10°C y luego bajó 6°C. Esta noche está particularmente fría, estamos a 3°C. Pero seguimos estando en positivo.
Hoy salí en falda, con sólo una camisa gruesa y la chaqueta de lluvia (estaba como serenandito). 8°C. Los mismos 8°C que antes eran un martirio, ahora son clima de cuasi-primavera. Sé que todavía no llega, sé que ni siquiera está cerca. Pero wow -- 8°C y yo estoy relajada y contenta.
La calefacción está en nivel mínimo, las ventanas pasan abiertas casi todo el día, a veces por la noches (como hoy). Y me siento bien.
Los mismos 8°C.
Cómo he cambiado, ¿ah?
A lo que voy es que la perspectiva que tomamos con respecto a un hecho le da un tinte particular a las cosas. Por ejemplo, una semana larga para mi puede haber sido una semana corta para Honey. Quizá se pueda atribuir la diferencia en la duración de la semana (la diferencia teórica de su duración, porque dura lo mismo) a que somos dos personas diferentes. Es posible. Para la hermana de Honey, hay poquitas cosas en el mundo más deliciosas que comerse una rodaja de tomate--yo pienso genauso lo contrario. Ew. Pero somos dos personas diferentes, y pensamos diferente. A mi hermana le gusta la lechuga y el pepino cohombro. Ew. Ella y Tatiana deberían ser amigas. Yo quiero salvar a las plantas, por eso no me las como. Allá ellas que quieren acabar con nuestro ecosistema del reino vegetal.
Pero, ¿qué pasa si tomamos a la misma persona, y le damos un mismo concepto? ¿Es posible pensar que algo es diferente, siendo lo mismo, para el mismo espectador?
Heráclito (a quien me doy cuenta he citado demasiadas veces en mi vida--que lo diga Pablo V., quién no volvió a salir conmigo hace más de 10 años luego de que cité a Heráclito...) dicta (o, dictó) que nadie puede pisar dos veces el mismo río. La filosofía es fácil de entender: el agua fluye constantemente, de modo que si bien se puede pisar la misma coordenada geográfica, no se puede pisar el mismo agua (¿la misma agua?), porque ya no está ahí. Hay otra agua, nueva, diferente. No la misma. Y el fluir del agua mueve los depósitos sedentarios en el piso del río, de modo que aunque sea la misma posición geográfica, no es el mismo río. Y nosotros cambiamos, todo el tiempo. Envejecemos, maduramos, cambiamos de parecer--no somos los mismos, aunque pisemos el mismo punto que hace un instante acabábamos de pisar.
Entonces sí, sí es posible que la misma persona tome un mismo concepto como algo diferente en un momento diferente.
Hoy monté en bicicleta, por ejemplo. La misma bicicleta que monté el año pasado y que tantos Blogs ha debido generar (pero no lo hizo); monté mi misma bicicleta por las mismas calles por donde la monté el año pasado; monté mi misma bicicleta con las mismas prendas de vestir por las mismas calles por donde la monté el año pasado. ¿Diferencia? El año pasado, la montada en bicicleta era una tragedia, una tortura, un martirio. Tengo las cicatrices--más que emocionales, aunque también tengo de esas--para demostrar lo desagradable que era montar en bicicleta. Pero hoy monté en bicicleta (no debo volver a aclarar que era la misma) y fue un placer impactante. Sentir la brisa acariciando mi cara (la misma brisa que generó un Blog sobre lo horrible que es la brisa raspando la cara), sentir la velocidad, sentir la libertad, la seguridad, la brisa...
Y fue lo mismo, y soy la misma. Pero no fue lo mismo, y no soy la misma.
El 31 de diciembre del año pasado fue un día hermoso. Dejó de nevar y se abrió el cielo--salió el sol. Un sol radiante, un sol cegador, un sol de verano (hubiéramos estado cerca de algún trópico, o cerca al ecuador, y hubiera sido un sol de bronceado a medio día en la playa o la piscina). Abrí las ventanas de par en par, me quité la chaqueta, el buso y la camiseta, y quedé sólo en camisilla, en lasisa, y me sentí casi casi en mi salsa (podemos hacer caso omiso de lo que ocurrió más tarde ese mismo día...). El 1 y 2 de enero fueron igual de hermosos.
Es posible, querido lector, que Usted se esté preguntando, a qué tanto pudo haber subido la temperatura ese día, para que yo, una costeña viviendo en el norte de Alemania hubiera hecho semejante espectáculo. Calor siento yo cuando estamos a más de 40°C. Calor siento yo cuando me cae la gota de sudor por la espalda. 35°C y menos es rico, pasa. 20°C y menos es frío de invierno y OMG-yo-que-estoy-haciendo-aquí. Bueno... la temperatura subió a 2. Sí, 2°C. Dos grados centígrados. Y yo me sentí suficientemente "caliente" para andar con lasisa por mi casa, y con las ventanas abiertas.
Bueno, anduve así por dos minutos. Luego me puse la camiseta manga-larga de nuevo y estuve así por 10 minutos. Luego cerré las ventanas y prendimos calefacción.
Ese fue quizás un momento de euforia, de felicidad, de incredulidad: por primera vez en semanas (más de 5) habíamos tenido temperaturas positivas. Por primera vez en días y días de nieve incesante, salió el sol.
El verdadero misterio, la verdadera relatividad, la veo en mi día-a-día, en mi rutina, en mi realidad.
Recuerdo cuando en septiembre la temperatura alcanzaba a bajar a 8°C. En el día se mantenía a 10°C, pero las tardes y las noches eran 8°C. Eso era brutal. Eso era casi punto de congelación. Eso era OMG-yo-que-estoy-haciendo-aquí. Mis amigas se burlaban de mi y de mis pantaletas térmicas a 8°C. Yo temblaba, los dientes me chirriaban (¿qué sonido hacen los dientes?), usaba pantaletas térmicas, dobles a veces, camisillas, camisetas, busos, chaquetas. Oh, yeah, sexy. 8°C era un karma demasiado grave para pagar.
La temperatura bajó hasta -15°C.
Hoy estuvimos a 8°C. En realidad, llevamos casi todo el mes de enero con temperaturas positivas, y casi dos semanas con temperaturas sobre 5°C todo el día. Hoy estuvimos a 8°C en la madrugada. Y se mantuvo a 8°C hasta la tarde, cuando subió a 10°C y luego bajó 6°C. Esta noche está particularmente fría, estamos a 3°C. Pero seguimos estando en positivo.
Hoy salí en falda, con sólo una camisa gruesa y la chaqueta de lluvia (estaba como serenandito). 8°C. Los mismos 8°C que antes eran un martirio, ahora son clima de cuasi-primavera. Sé que todavía no llega, sé que ni siquiera está cerca. Pero wow -- 8°C y yo estoy relajada y contenta.
La calefacción está en nivel mínimo, las ventanas pasan abiertas casi todo el día, a veces por la noches (como hoy). Y me siento bien.
Los mismos 8°C.
Cómo he cambiado, ¿ah?
Falacia..? Pls preguntale a Heráclito, o a Joaquin Vallejo, o a Einstein... bueno bueno bueno, en últimas pregúntale a PV... yo creo que es una falacia. Pero pero pero..., 8 grados? No mijitica, eso es que se te dañó el termostato. Y punto.
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