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El punto intermedio

Yo creo que voy a ser la peor mamá del mundo - voy a forrar a mi hijo en ese papel de empaque con burbujitas y lo voy a encerrar en un cuarto forrado con foamie para que nunca le pase nada.

El problema con eso es que nunca le va a pasar nada - nada. Nunca va a tener amigos, nunca va a practicar deportes, nunca va a viajar alrededor del mundo. Pero tampoco nunca se va a accidentar, nunca nada le va a doler, nunca nadie la va a romper el corazón.

Nada.

Pero es que tiene que haber un punto intermedio. Tiene que haber algo entre no-sales-nunca-porque-te-vas-a-morir y haz-lo-que-te-venga-en-gana. Cuando mi hermana era chiquita - bueno, chiquita ni tanto, ¿tendría 16 o 17 años? - ella quería ir a un bar/discoteca toda rara donde pasaban cosas. Cosas buenas y cosas malas. Había buena música, habían malas drogas. Había gente chévere, había gente bélica. Había  de todo. Cocteles súper ricos y licor adulterado. Y mi mamá la dejaba ir. Y mi hermana hoy, 5 o 6 años después, está bien. Seguramente le pasaron muchas cosas - pero tampoco le pasó nada.

Hay que vivir, y ciertas cosas tienen que pasar. Qué aburrida sería la vida si nada pasara.

El corazón tiene que romperse para que de nuevo pueda reconocer el amor. Uno tiene que perder exámenes para poder sentir la satisfacción de pasar otros con buenas notas. La gente tiene que salir de la casa para poder apreciarla. Es la gran paradoja de la vida: sólo se puede apreciar lo bueno viviendo lo malo. Tiene que haber muerte para poder apreciar la vida. Tenemos que tener accidentes para aprender a tener cuidado.

Pero no sé, no sé cuál es este punto intermedio. No sé cómo se define, ni siquiera sé quién lo define.

Una amiga se casó recientemente, y durante la fiesta de matrimonio su prima se murió. Lograron resucitarla, pero el daño quedó hecho. Y ¿qué estaba haciendo la prima? Bailando.

Nadie vuelve a bailar más nunca.

Un amigo estaba esquiando el fin de semana pasado y se cayó y se rompió la cabeza. Tuvieron que llevarlo en helicóptero a la clínica, y está ahí tirado en una cama con amnesia y la qué semejante contusión.

Nadie vuelve a esquiar más nunca.

A mi abuela se le murió un hijo durante una gripa, porque mi abuela le aplicó Vick's Vapor Rub en la espalda y el pecho.

Nadie vuelve a usar Vick's más nunca.

Mi abuelo se murió viendo televisión.

Nadie vuelve a ver televisión más nunca.

Entonces, ¿cuál es mi plan? ¿Más nunca hacer más nada en la vida?

Ese es el problema - tiene que haber un punto intermedio para poder vivir la vida.

La prima de mi amiga tenía una condición cardíaca latente que nadie conocía. Se pudo haber muerto ahí, o durante la ceremonia religiosa, o después de que se acabara la fiesta. Iba a pasar anyway. El amigo esquiador estaba haciendo lo que más le gusta en la vida, que por el frío del norte de Alemania sólo puede hacerse 4 meses al año. Él no es imprudente, no es arriesgado, pero igual se accidentó - el universo conspiró en su contra mientras disfrutaba su vida al máximo. El hijo de mi abuela no se murió por el Vick's, aunque confieso que (sin haber nunca conocido a este hijo) yo uso poco Vick's, y sólo en el pecho. Mi abuelo se murió de viejo, no de ver televisión. Podría incluso argumentar que qué bueno que se murió en su casa, qué cómodo.

Tiene que haber un punto intermedio. No tengo ni idea cuál es - pero tiene que haberlo. Quizá este mismo miedo que tengo yo es el mismo que tuvo mi papá cuando le dije que me iba a Tailandia. Si algo me pasaba, asumiendo que mis papás se enteraban de una vez, les tomaría tres días llegar a verme (volar de Barranquilla a Bogotá, 1 hora; de Bogotá a NY, 4 horas; de NY a Seúl, 15 horas; de Seúl a Bangkok, 5 horas; de Bangkok a Lampang 12 horas en tren...); ¡qué susto! Pero no me pasó nada - al menos nada grave. Nada irreversible. O más bien, me pasaron muchas cosas, fue una experiencia inolvidable. ¡Pasó de todo!

Lo único que puedo hacer yo es ser prudente en mis aventuras, pero sí tenerlas. Hay que tener cuidado, pero sí hay que hacer cosas.

Hay que vivir.

El punto intermedio lo encuentra uno en el camino.

Creo.

Espero.

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