Se acabó el segundo semestre de la maestría, y si ya antes lo había dicho ahora lo reitero: esta maestría está hecha a mi medida. Por fin logré leer literatura fuera de la americana a la que le encontré valor - y aprendí muchísimo.
Una de las peores cosas - si no es que es la peor - de estudiar literatura es que no queda tiempo para leer por diversión. Durante el semestre estoy corriendo para ponerme al día con la lectura que viene esa semana, y durante las vacaciones estoy corriendo para leer lo que toca el semestre entrante; si no lo hago así, no alcanzo a leer todo lo que hay que leer. Este semestre que pasó leímos 5 novelas (300 páginas en promedio), 7 cuentos cortos, dos obras de teatro (técnicamente sólo una, porque la otra fue Macbeth, que como ya la había leído en el colegio, pude ahorrarme la lectura por segunda vez...) y 15 artículos académicos. Y si eso no suena suficientemente pesado, toca aclarar que este semestre duró sólo 13 semanas. Creo que los alemanes deben reconsiderar llamar a sus semestres académicos "semestres", porque por definición 13 semanas no suman un semestre. Pero bueno.
Pero volviendo al tema - lo peor de estudiar literatura es que no queda tiempo para leer por diversión. Y eso es grave, porque no todo en la vida tiene que ser intelectualidad profunda, no todo tiene que ser Foucault y Lacan y Derrida y Saïd, no todo tiene que ser analizado y pensado. No todo tiene que tener un impacto profundo en la historia, y no todo tiene que ser académico.
Lo que pasa es que cuando se estudia literatura, todo lo que se lee es por diversión. Y todo lo que se lee es analizado, no porque toca sino porque no hay otra manera de leer. Por ejemplo, A Passage to India de E.M. Forster, una novela en la que lo que pasa es que no pasa nada, no puede leerse sin interpretarla desde el punto de vida post-colonial. Y no es de sentarse a pensar - es inevitable no leer entre líneas y captar la violación discursiva de Adela Quested. No puede leerse la novela sin notar los nada sublimes halagos al imperialismo británico. Cada palabra está pensada y puesta en su sitio para llevar a cabo el mensaje: cuando no pasa nada es cuando más pasa algo.
Lo malo es que, de acuerdo a lo que yo misma estoy diciendo, no hay libro malo - lo cual es imposible, porque Walter Rizo es una desgracia para la literatura, igualito que "¿Quién se ha robado mi queso?" Claro que ni el uno ni el otro son literatura realmente - sino que son bobadas de auto-ayuda que no tienen que ser analizadas porque ya tienen todas las respuestas. Ah, pero ese no es el punto.
El punto es que se acabó el semestre y ahora el problema que tengo es que no sé si sigo siendo fanática del nuevo historicismo, o si le he traicionado y ahora soy seguidora de la metaficción historiográfica. Si este es el mayor problema en mi vida, creo que no tengo nada de que quejarme.
Una de las peores cosas - si no es que es la peor - de estudiar literatura es que no queda tiempo para leer por diversión. Durante el semestre estoy corriendo para ponerme al día con la lectura que viene esa semana, y durante las vacaciones estoy corriendo para leer lo que toca el semestre entrante; si no lo hago así, no alcanzo a leer todo lo que hay que leer. Este semestre que pasó leímos 5 novelas (300 páginas en promedio), 7 cuentos cortos, dos obras de teatro (técnicamente sólo una, porque la otra fue Macbeth, que como ya la había leído en el colegio, pude ahorrarme la lectura por segunda vez...) y 15 artículos académicos. Y si eso no suena suficientemente pesado, toca aclarar que este semestre duró sólo 13 semanas. Creo que los alemanes deben reconsiderar llamar a sus semestres académicos "semestres", porque por definición 13 semanas no suman un semestre. Pero bueno.
Pero volviendo al tema - lo peor de estudiar literatura es que no queda tiempo para leer por diversión. Y eso es grave, porque no todo en la vida tiene que ser intelectualidad profunda, no todo tiene que ser Foucault y Lacan y Derrida y Saïd, no todo tiene que ser analizado y pensado. No todo tiene que tener un impacto profundo en la historia, y no todo tiene que ser académico.
Lo que pasa es que cuando se estudia literatura, todo lo que se lee es por diversión. Y todo lo que se lee es analizado, no porque toca sino porque no hay otra manera de leer. Por ejemplo, A Passage to India de E.M. Forster, una novela en la que lo que pasa es que no pasa nada, no puede leerse sin interpretarla desde el punto de vida post-colonial. Y no es de sentarse a pensar - es inevitable no leer entre líneas y captar la violación discursiva de Adela Quested. No puede leerse la novela sin notar los nada sublimes halagos al imperialismo británico. Cada palabra está pensada y puesta en su sitio para llevar a cabo el mensaje: cuando no pasa nada es cuando más pasa algo.
Lo malo es que, de acuerdo a lo que yo misma estoy diciendo, no hay libro malo - lo cual es imposible, porque Walter Rizo es una desgracia para la literatura, igualito que "¿Quién se ha robado mi queso?" Claro que ni el uno ni el otro son literatura realmente - sino que son bobadas de auto-ayuda que no tienen que ser analizadas porque ya tienen todas las respuestas. Ah, pero ese no es el punto.
El punto es que se acabó el semestre y ahora el problema que tengo es que no sé si sigo siendo fanática del nuevo historicismo, o si le he traicionado y ahora soy seguidora de la metaficción historiográfica. Si este es el mayor problema en mi vida, creo que no tengo nada de que quejarme.
First World Problems hahahaha
ResponderBorrarcierto que sí!!! jajajaa!!
BorrarLo triste es que no peudes decir "bueno se acabo el semestre a descansar"...porque tienes que leer lo del semestre proximo :P
ResponderBorrarTe confieso que ahora que estoy de regreso no sé qué es más complicado: si leer TODO lo que me toca leer para el semestre entrante, o escribir las thank you cards del matrimonio... OMG...
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