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de decisiones propias y aquellas impuestas

Ya me he vuelto tan alemana que, al más mínimo rayo de sol, salgo a disfrutar del clima. Todavía hace friíto, pero cuando te quedas quieto directamente bajo el rayo de sol, sientes a tu cuerpo inundarse de Vitamina D. Y ya sabes lo importante que eso es para mi. Y entonces, ajá, ando por la ciudad, errante, y hago algo poco común en este siglo XXI: converso con gente.

La conversación de ayer dio vueltas alrededor de nuestras carreras elegidas, y lo que hubiese pasado si hubiésemos nacido en otra ciudad, en otro país, en otras circunstancias. Mi interlocutor me confesó que le hubiera encantado estudiar biología marina, un sueño en el que piensa de vez en cuando aquí en Kiel porque aquí queda el centro de investigación marina más importante del norte de Alemania. Me comentó que si hubiese nacido gringo de pronto le hubiera gustado ser deportista - basketbolista, maybe, ganarse becas atléticas y estudiar biología marina. Ja! Eso fue muy lindo. Le pregunté, entonces, por qué no aprovecha que vive en un país donde la educación es gratis y estudia (por ejemplo) biología marina. Pero me confesó que realmente le gusta lo que hace. Lo disfruta. Se levanta con ganas para hacerlo. Claro que también confesó que, es posible, que esté condicionado para disfrutar lo que hace. Ya ves, su familia ha estado metida en esa área toda la vida: abuelo, tíos, primos...

...y eso me puso a pensar: ¿será que las decisiones que yo he tomado sí han sido mías? O, ¿será más bien que yo creo que han sido propias, pero han sido realmente impuestas?

No sé.

Me gusta ser profesora en la Fachhochschule für Verwaltung und Dienstleistung, Abteilung Polizei und Allgemeine Verwaltung. Lo hago bien y lo disfruto. Me gustaba ser tutora en la Universidad de Kiel. Me gusta ser profesora privada. Me gustaba ser profesora en Tailandia. Me gustaba ser tutora en Augusta State University... Pero mi mamá es profesora, mi tía es profesora, mi abuela era profesora, el abuelo de mi papá era profesor... ¿Será que yo quería ser profesora, o que es herencia?

Y entonces cuestiono todo: ¿Alemania fue decisión mía? ¿Bogotá? ¿Tailandia? ¿Estados Unidos? Mi abuela me metió en la cabeza, desde que era chiquita, que yo debería ser aeromoza para recorrer el mundo; mi abuelito me hizo prometerle que no me casaría antes de los 25 para poder conocer el mundo; después de Tailandia, mi tío me dijo que el peor error que había cometido en mi vida era haber vuelto a Barranquilla...

Ya ves, tuve una mini-crisis ayer, porque yo, que me he sentido siempre la más independiente y la más valiente y aventurera, resulta que todas las "decisiones" que yo creo que yo he tomado solita, realmente han sido decisiones impuestas. Es como si las "decisiones" se hubieran posado en mi camino sin un Plan B. Entonces ajá, cuando solo hay una opción que tomar la "decisión" no es difícil. He vivido engañada los pasados 30 años, pensando que mis decisiones son mías, y resulta que es posible que realmente sean parte del camino que se eligió para mi.

Claro que toda está crisis interna me trae a dos preguntas nuevas: la primera es, ¿hay algo que preferiría estar haciendo en vez de lo que hago actualmente?, y la segunda es, ¿hay algo de lo que me arrepienta, de todo lo que he hecho en los pasados 30 años?

A ambas preguntas, la respuesta es no. Igual que mi interlocutor, me encanta lo que hago. Lo disfruto, lo hago bien, y me pagan por ello. Y realmente no hay nada de lo que me arrepienta. Hay cosas que, si volviera a vivir, me gustaría hacer diferente; pero esas cosas no me quitan el sueño. Entonces, ¿qué importa si la decisión fue mía o no? En últimas, lo he hecho, y lo he hecho --muy a lo Sinatra-- a mi manera.


Comentarios

  1. Natalya... como de costumbre, leí todo el blog para descubrir a donde querías llevarnos hasta el cierre maravilloso de citar a Sinatra. Tu reflexión sobre quien es el que finalmente toma la decisión, uno mismo o las circunstancias, será que el destino ya está planeado (somos pre-destinados), podría darse realmente credibilidad a aquello de que los astros se alinean a nuestro favor... todos estos insumos enriquecen (o enredan) la reflexión, pero también hablamos de la "ley de la cosecha" (cosechamos lo que sembramos), la ley de causa y efecto, el boomerang (todo regresa) y el aprendizaje desde temprano en la vida de que "todo tiene consecuencias". ¿Total? Decido quedarme lo que produce mi cajita de música que compré en Diciembre en el Weinesmarkt de Kiel... A mi manera.

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  2. Bueno pues Kudos! No hay nada más sabroso en la vida que disfrutar lo que hace. Pocos logran ser remunerados por los que les gusta hacer. La entrada del blog claro esta me hace preguntarme si mis decisiones también han sido mías o no. Lo más chistoso es que aunque me dí cuenta que han sido impuestas, también me doy cuenta que no fue ni por mi familia ni mis allegados sino por la vida, el destino, el universo...llámalo como quieras. Por ejemplo, quería ser piloto, más que nada, pues el destino decidió que eso no se podría. Bien podría ahora ponerme a estudiar aviación pero claro esta dicho deseo ya fue perdiendo importancia. Otro ejemplo, fui novio de una japonesa por casi 4 años, 2 lejos el uno del otro, planes, miles, Japón sería mi destino impuesto...pero el destino me cambio la torta. En últimas somos tan solo hojas que son llevadas por el viento del destino, condenadas a flotar hacia la dirección a donde sopla.

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    Respuestas
    1. Te hice cuestionarte a ti mismo... este post ha sido un éxito!!!

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