Nosotros creemos que hay muchas cosas que son nuestras, que nos pertenecen, que nos identifican. Nos creemos únicos, e incluso sacamos esos chistes de "sólo en Colombia...", y nos reímos desde nuestra casa en Niullor, o Mayami, o desde alguna parte de Yurrop, porque extrañamos nuestra casa y aquellas idiosincracias que nos hacen ser quienes somos.
(Y que, en la mayoría de los casos, son precisamente las razones por las que estamos felices de ya no vivir en Colombia.)
El otro día me encontré viendo el Blog de una amiga. Es extranjera (nació en Suecia, pero ha vivido en los Estados Unidos, en Francia, y por cortos momentos en otras ciudades de Europa, y ahora en otro continente, digas que en "Colombia") y en ese post escribió sobre las idiosincracias de los, eh, "colombianos". Dice el título, "Sabes que vives en Barranquilla si..." y tiene algunos comentarios jocosos (mis preferidos: Sabes que vives en Barranquilla si tienes que correr para cruzar la calle, aunque "el hombre de verde" te diga que puedes seguir sin problemas; Sabes que estás en un avión con barranquilleros cuando al aterrizar la gente aplaude).
¿Qué es lo que pasa?
Que ella vive en Ghana, en África, ¡y no en Colombia! Visita su Blog aquí.
Es que, ¡ay, Colombia! Hay tantas cosas que creemos que son sólo nuestras, pero no lo son. Son idiosincracias mundiales, quizá vienen de nuestras raíces africanas, quién sabe. Quizá son idiosincracias de países en vía de desarrollo, quién sabe. Quizá es que todos los seres humanos estamos conectados de alguna forma, quién sabe.
Pero no sólo pasa esto de las idiosincracias universales con países Latinos y países Africanos.
Anoche estuve en una fiesta. Como típica fiesta, porque a esas fiestas hemos ido todos, la música estaba demasiado alta y no se podía hablar. La mamá de alguien tomó demasiado licor y estaba bailando con alguno de los muchachos que cayó en sus garras (fue Honey, en este caso). Algunos de los muchachos se pasaron de tragos (hacía rato estaban pasados de tragos) y empezaron a vandalizar el lugar. Las mujeres estaban reunidas en el baño retocándose el maquillaje, todas tomadas, todas midiéndose los gordtitos y diciéndose las unas a las otras, "No, tu estás divina, o sea, ¡divina!". Y por supuesto está el anfitrión de la fiesta que se acerca demasiado, te abraza demasiado, y con ese delicioso tufo de cerveza te grita al oído --no sin escupirte-- que te quiere mucho, que tu significas mucho para él, que tu amistad es verdaderamente valiosa.
Vamos... ¿me vas a decir que tu no has ido a alguna de estas fiestas? ¿Me vas a decir que puedes decirme, a ciencia cierta y sin errores, dónde se llevó a cabo esta fiesta?
Fue una fiesta de alemanes (todos monos, ojos verdes, de piel blanca y de 2 metros de estatura) en Alemania, donde la "negrita" era yo (y si me conoces sabes que soy más rana platanera que las mismas ranas), donde lo más extranjero (fuera de los dos colombianitos) eran algunos alemanes (incluyendo al cumplimentado) que son de Alemania Oriental (y les dicen Ossi, de cariño). Wow. ¡Qué extranjería!
No, mijito, lamento decirte que aquellas cosas que creemos que son nuestras, no lo son. No nos identifican. No nos determinan.
Es hora, entonces, de sentarme a pensar realmente qué es eso que identifica a los colombianos. Qué es eso que nos hace ser lo que somos.
¿Me ayudas?
(Y que, en la mayoría de los casos, son precisamente las razones por las que estamos felices de ya no vivir en Colombia.)
El otro día me encontré viendo el Blog de una amiga. Es extranjera (nació en Suecia, pero ha vivido en los Estados Unidos, en Francia, y por cortos momentos en otras ciudades de Europa, y ahora en otro continente, digas que en "Colombia") y en ese post escribió sobre las idiosincracias de los, eh, "colombianos". Dice el título, "Sabes que vives en Barranquilla si..." y tiene algunos comentarios jocosos (mis preferidos: Sabes que vives en Barranquilla si tienes que correr para cruzar la calle, aunque "el hombre de verde" te diga que puedes seguir sin problemas; Sabes que estás en un avión con barranquilleros cuando al aterrizar la gente aplaude).
¿Qué es lo que pasa?
Que ella vive en Ghana, en África, ¡y no en Colombia! Visita su Blog aquí.
Es que, ¡ay, Colombia! Hay tantas cosas que creemos que son sólo nuestras, pero no lo son. Son idiosincracias mundiales, quizá vienen de nuestras raíces africanas, quién sabe. Quizá son idiosincracias de países en vía de desarrollo, quién sabe. Quizá es que todos los seres humanos estamos conectados de alguna forma, quién sabe.
Pero no sólo pasa esto de las idiosincracias universales con países Latinos y países Africanos.
Anoche estuve en una fiesta. Como típica fiesta, porque a esas fiestas hemos ido todos, la música estaba demasiado alta y no se podía hablar. La mamá de alguien tomó demasiado licor y estaba bailando con alguno de los muchachos que cayó en sus garras (fue Honey, en este caso). Algunos de los muchachos se pasaron de tragos (hacía rato estaban pasados de tragos) y empezaron a vandalizar el lugar. Las mujeres estaban reunidas en el baño retocándose el maquillaje, todas tomadas, todas midiéndose los gordtitos y diciéndose las unas a las otras, "No, tu estás divina, o sea, ¡divina!". Y por supuesto está el anfitrión de la fiesta que se acerca demasiado, te abraza demasiado, y con ese delicioso tufo de cerveza te grita al oído --no sin escupirte-- que te quiere mucho, que tu significas mucho para él, que tu amistad es verdaderamente valiosa.
Vamos... ¿me vas a decir que tu no has ido a alguna de estas fiestas? ¿Me vas a decir que puedes decirme, a ciencia cierta y sin errores, dónde se llevó a cabo esta fiesta?
Fue una fiesta de alemanes (todos monos, ojos verdes, de piel blanca y de 2 metros de estatura) en Alemania, donde la "negrita" era yo (y si me conoces sabes que soy más rana platanera que las mismas ranas), donde lo más extranjero (fuera de los dos colombianitos) eran algunos alemanes (incluyendo al cumplimentado) que son de Alemania Oriental (y les dicen Ossi, de cariño). Wow. ¡Qué extranjería!
No, mijito, lamento decirte que aquellas cosas que creemos que son nuestras, no lo son. No nos identifican. No nos determinan.
Es hora, entonces, de sentarme a pensar realmente qué es eso que identifica a los colombianos. Qué es eso que nos hace ser lo que somos.
¿Me ayudas?
Una pista...
ResponderBorrarhttp://www.nytimes.com/2011/05/15/world/middleeast/15prince.html?hp
En enero regresaba de Perú a Colombia y al hacer la escala en Ecuador, el señor que iba a mi lado fue reemplazado por un colombiano, quien también venía de Perú, sólo que por razones de su boleto le tocaba cambiar de lugar. Pues bien, estando allí, ahblando del país y de otros lugares por donde habíamos estado, ambos coincidimos, sobre los colombianos en una cosa(probablemente debido a la violencia crónica del país): en la falta de respeto y la agresividad que manifestaban las personas en las calles. Es verdad que no falta el que le tira a uno el carro en otro país, pero en Colombia parece ser la norma. Y en el nivel de ruido que tolera la gente de este país y que cada día se toma más las calles,a hora convertido en moda, gracias al reggaeton. Nos falta respeto por el otro.
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