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Somos alemanes, porque hacemos lo que los alemanes hacen. ¿Cierto?

La vida de los alemanes al norte de Alemania gira en torno al sol y al calor. Es decir, vivimos 8 meses añorando 4 meses de sol, y 11 meses y 2 semanas rogando por 2 semanas de calor. Durante los últimos días de verano (que ya son fríitos), todo el otoño, todo el invierno, y el principio de la primavera (que es oscuro, lluvioso y frío) nos la pasamos contando los días para que el sol brille, para que la temperatura se mantenga por encima de 10°C, y para que se sienta rico - no digo calientico, porque no creo que sea geográficamente posible que una sienta calor aquí... pero tengo fe, ¡tengo mucha fe!

Pero ya estamos en ese momento de la primavera en que los cielos son abiertos y azules, sin nubes que escondan el sol; el viento sopla, y sopla brisa fría y fuerte, pero el sol, solecito brilla fuerte y con ganas - y si una se para justo en el lugar en el que el rayito de sol pega con toda, puede hasta sentir calor. No, no se siente mi añorada gotica de sudor corriendo por la raya de la espalda, pero ajá... se siente el sol.

Nosotros ahora somos alemanes, porque hacemos lo que los alemanes hacen. Bueno... no siempre. Pero ahora que hay días soleados de 6 a.m. hasta despuecito de las 8 p.m., hay que aprovechar. Hay que a-pro-ve-char.

Y por eso nosotros, hoy, a pesar de los 10°C y la brisa que empuja, hicimos un grillcito en el jardín de al frente. Disfrutamos de un par de horas al sol, de rica comida (cortesía de Honey), y de una tarde agradable con un plan diferente. Si es que hasta me quité la chaqueta hoy un rato.

Si así de rico fue en la fría primavera, no me imagino la delicia que será durante los dos días calientes de verano (para mi cumpleaños, ¿quizá?), cuando la temperatura subirá hasta más de 30°C, y podré finalmente disfrutar de mi gotica de sudor rodando por la espalda.









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