Cuando un adulto hace algo malo - cuestionable, digamos - se le formula la pregunta: ¿Qué ejemplo estás dando? A sus hijos, a sus familiares, a la gente que le conoce y le admira. Qué ejemplo está dando a la sociedad. Los adultos, entonces, tienen que cuidar cada paso que den, porque siempre hay alguien que le está tomando como ejemplo.
Hace 20 años, chocó contra el poste de electricidad de mi edificio un hombre. Porque el choque nos dejó a todos en el edificio sin luz por algunas horas, mis papás se encargaron de conocer a este irresponsable. Hasta ese momento, su irresponsabilidad se limitaba a haberse chocado contra el poste que nos dejó sin ver la novela de turno. Rápidamente me enteré (yo escuché muchas cosas que no debía escuchar cuando era chiquita) que el hombre estaba borracho - muy borracho. Sorprendentemente, eso no agravó la situación. La tragedia seguía siendo que nos perdimos de la novela. Al cabo de unos días, mis papás se enteraron que el hombre había estado tomando como loco porque esa tarde, la tarde del choque, se había muerto su padre. La lección que la Natalya de 10 años aprendió esa noche fue: está bien tomar si estás triste; está bien manejar tomado si estás triste. El hombre pagó una multa, arreglaron el poste, nos pusimos al día con la novela, y la vida siguió.
Algunos años después, la Natalya de 16 años con pase de conducir se encontró triste un viernes por la noche. Le pedí prestado el carro a mi papá y por cosas de la vida, conspiraciones del universo, mi papá, que NUNCA me prestaba su carro, aceptó. Tomé las llaves, una botella de vodka y un vaso con hielo. Antes de salir, llamé a mi mejor amiga a pedirle que bajara jugo de naranja. Se montó al carro, me sirvió un poquito de jugo en mi vaso de vodka, y nos fuimos a recoger a otra amiga. Y a otra. Y a otra. Las tres, aunque en desacuerdo con mis acciones, me servían más y tomaban a la par mía. Yo estaba triste, me decía a mi misma, y tomar y manejar cuando uno está triste está bien. Ese fue el ejemplo que recibí. No pasó nada (bueno, sí pasó: nos encontramos con unos amigos que se dieron cuenta de mi estado, me quitaron del puesto del conductor, me pasaron al asiento de al lado, y me llevaron a la casa). Creo que mis papás no saben (¿sabían?) lo que pasó esa noche. La lección que la Natalya de 16 años recibió esa noche fue: está bien tomar si estás triste; está bien manejar tomando si estás triste; solo asegúrate de que nadie te pille.
Ahora, la Natalya de 30 años mira con tristeza a la Natalya de antes. ¿Qué me pasó a mi, la auto-denominada genio de la familia, que decidí tomar como ejemplo a ese irresponsable borracho que chocó su carro contra un poste porque estaba borracho? ¿Qué me pasó a mi, la racional estudiante distinguida, que elegí a ese idiota como ejemplo y no a un conductor responsable? ¿Qué me pasó a mi, la decente y responsable hija y hermana mayor, que escogí seguir el ejemplo de un extraño?
Cada persona es responsable de sus acciones. No seamos tan descarados de echarle la culpa de nuestros errores al ejemplo que hemos recibido. Yo elegí a ese señor como ejemplo. Fue mi decisión consciente, porque una adolescente de 16 años, si bien no es adulto, tampoco es una niña que actúa sin saber lo que hace. Yo solita tomé las llaves, solita me robé la botella de vodka, solita me monté al carro y con una mano sostenía mi vaso y con la otra metía los cambios. El señor hace 20 años eligió mal, y yo elegí mal. Ambos cometimos errores - y ambos somos responsables de nuestros errores, pero no del error del otro. Mi error, mi estupidez, fue mío solita.
No, señores: dejemos la bobada. Claro que es importante presentar ejemplos positivos para los que nos miran; pero tampoco caigamos en la ilusión de que no somos dueños de nuestro destino porque "El Ejemplo" dicta otra cosa. El ejemplo, como el tango, es cosa de dos: uno que lo da, y el otro que lo coge.
Hace 20 años, chocó contra el poste de electricidad de mi edificio un hombre. Porque el choque nos dejó a todos en el edificio sin luz por algunas horas, mis papás se encargaron de conocer a este irresponsable. Hasta ese momento, su irresponsabilidad se limitaba a haberse chocado contra el poste que nos dejó sin ver la novela de turno. Rápidamente me enteré (yo escuché muchas cosas que no debía escuchar cuando era chiquita) que el hombre estaba borracho - muy borracho. Sorprendentemente, eso no agravó la situación. La tragedia seguía siendo que nos perdimos de la novela. Al cabo de unos días, mis papás se enteraron que el hombre había estado tomando como loco porque esa tarde, la tarde del choque, se había muerto su padre. La lección que la Natalya de 10 años aprendió esa noche fue: está bien tomar si estás triste; está bien manejar tomado si estás triste. El hombre pagó una multa, arreglaron el poste, nos pusimos al día con la novela, y la vida siguió.
Algunos años después, la Natalya de 16 años con pase de conducir se encontró triste un viernes por la noche. Le pedí prestado el carro a mi papá y por cosas de la vida, conspiraciones del universo, mi papá, que NUNCA me prestaba su carro, aceptó. Tomé las llaves, una botella de vodka y un vaso con hielo. Antes de salir, llamé a mi mejor amiga a pedirle que bajara jugo de naranja. Se montó al carro, me sirvió un poquito de jugo en mi vaso de vodka, y nos fuimos a recoger a otra amiga. Y a otra. Y a otra. Las tres, aunque en desacuerdo con mis acciones, me servían más y tomaban a la par mía. Yo estaba triste, me decía a mi misma, y tomar y manejar cuando uno está triste está bien. Ese fue el ejemplo que recibí. No pasó nada (bueno, sí pasó: nos encontramos con unos amigos que se dieron cuenta de mi estado, me quitaron del puesto del conductor, me pasaron al asiento de al lado, y me llevaron a la casa). Creo que mis papás no saben (¿sabían?) lo que pasó esa noche. La lección que la Natalya de 16 años recibió esa noche fue: está bien tomar si estás triste; está bien manejar tomando si estás triste; solo asegúrate de que nadie te pille.
Ahora, la Natalya de 30 años mira con tristeza a la Natalya de antes. ¿Qué me pasó a mi, la auto-denominada genio de la familia, que decidí tomar como ejemplo a ese irresponsable borracho que chocó su carro contra un poste porque estaba borracho? ¿Qué me pasó a mi, la racional estudiante distinguida, que elegí a ese idiota como ejemplo y no a un conductor responsable? ¿Qué me pasó a mi, la decente y responsable hija y hermana mayor, que escogí seguir el ejemplo de un extraño?
Cada persona es responsable de sus acciones. No seamos tan descarados de echarle la culpa de nuestros errores al ejemplo que hemos recibido. Yo elegí a ese señor como ejemplo. Fue mi decisión consciente, porque una adolescente de 16 años, si bien no es adulto, tampoco es una niña que actúa sin saber lo que hace. Yo solita tomé las llaves, solita me robé la botella de vodka, solita me monté al carro y con una mano sostenía mi vaso y con la otra metía los cambios. El señor hace 20 años eligió mal, y yo elegí mal. Ambos cometimos errores - y ambos somos responsables de nuestros errores, pero no del error del otro. Mi error, mi estupidez, fue mío solita.
No, señores: dejemos la bobada. Claro que es importante presentar ejemplos positivos para los que nos miran; pero tampoco caigamos en la ilusión de que no somos dueños de nuestro destino porque "El Ejemplo" dicta otra cosa. El ejemplo, como el tango, es cosa de dos: uno que lo da, y el otro que lo coge.
Yo solía decir muchas veces "Es que yo soy así por como me criaron" hasta que un buen día mi novia, ahora esposa, me dijo "Esta bien, entiendo que creciste con ciertas cosas y esta bien, eso cambia a las personas, pero no puedes seguir escudando tus acciones tras el velo de así crecí. Cuando ya te vuelves adulto ya depende de ti si cambias o no y el que no cambia se estanca"
ResponderBorrarNo se puede uno escudar y sacar como excusas el como creciste o que ejemplo te dieron, estoy de acuerdo ahora contigo, si no eres capaz de discernir entre que esta bien y que esta mal pues entonces estas sinedo un muy pobre adulto.
Así es. Hay que apersonarse de las situaciones. "Grow some balls" o algo así :)
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