A los 16 años (otro cuento de la Natalya de 16 años), mi novio de la época me invitó a cine (quería ver Hidden Tiger Crouching Dragon). Le dije que claro, y cuando me recogió el viernes por la noche, me monté al carro y le dije, "Mejor vamos a Cartagena." Él me miró, incrédulo, y en vez de coger a la izquierda hacia el cine, cogió a la derecha hacia Cartagena.
Eso fue todo. No hubo planes. No hubo agendas ni esquemas ni itinerarios ni nada. Fuimos, cenamos, caminamos en la playa y volvimos a la casa.
Ahora, 14 años después, Honey y yo no podemos hacer eso. Primero, si es que se nos ocurren ideas espontáneas de esas, tengo que preparar la cartera: billetera, kleenex, chapstick, agua, advil, plumero, celular, iTrip, cargador, GPS, cargador y sostenedor del GPS, gafas de sol y gafas de leer (por si me toca manejar a mi de noche); y eso que ya puedo dejar el pasaporte en la casa, porque antes me tocaba cargarlo pa'rriba y pa'bajo.
Es que ya uno así de viejo no puede nada más arrancar sin más ni más.
Pero igual me gusta planear, así que eso no es un sacrificio para mi. Lo malo es que ahora que soy tan vieja no puedo darme los lujos que me daba antes, de pelaita. Antes yo arrancaba para El Rodadero con un par de shorts y vestido de baño. Y ya. Ahora - ay, ahora.
Ahora tengo que llevar: cepillo de dientes, pasta de dientes de menta y especial para el dolor de dientes, retenedor para evitar morderme los dientes; jabón para lavarme la cara, agua tónica, crema humectante con protector solar, crema humectante nocturna, crema nocturna pre-crema-humectante-nocturna, y crema para contorno de ojos; maquillaje y pañitos desmaquilladores; desodorante y spray con olor a rosas; pañitos húmedos; jabón especial, jabón Dove, y jabón con olor a coco, con el respectivo estropajo; cepillo, spray suavizante, mousse y gel, shampoo y enjuague, a veces hasta masaje; pastillas para el dolor de cabeza, dolor de espalda, gastritis; lima y cortaúñas; ropa para cada día de viaje más dos pintas extra porque una nunca sabe, más medias y pantaletas extra; un libro; celular, cargador...
Y esa es sólo mi parte. Ni siquiera he mencionado lo que le empaco a Honey.
En invierno, toca además pensar en guantes, bufanda, gorrito, saquitos y abrigo. De diferentes colores, para poderme ver bien y variar un poquito.
No, a mi ya se me acabaron los días de tener aventuras de repente, a la de dios, sin pensar ni planear. Mi espontaneidad caducó hace rato...
Natalya... creo que planear ya se te volvió rutina por lo que te sugiero que un día te des la oportunidad de salir exactamente como lo tienes planeado y hacer algo totalmente diferente, por ejemplo, cuando decidas nuevamente ir a Italia, o a Francia, o España, con todo listo, con todo empacado, con todo planeado, solo gira a la derecha y vente pa´Barranquilla; cuando ya estés aquí yo me encargo de rescatar tu espontaneidad.
ResponderBorrarPD: Si tu te llamas a ti misma "vieja" y yo soy tu mamá... ¿qué soy yo entonces? Te recuerdo que yo soy una jovencita de 52... allá tu.
Yo creo que lo hice muy bien en Disney, no crees? Sin planes, sin saber nada, cometiendo errores y todo... ja ja!!
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