Cuestionarme me gusta tanto como lavar platos. Por eso intento que las grandes decisiones de mi vida sean las que yo quiero, de modo que cuando llegue el momento de cuestionarme, pueda sentarme relajada, darme palmaditas en la espalda, sonreir esa sonrisa de sabiduría, y saber que sí, sí tomé la decisión adecuada.
No siempre funciona. En Tailandia tuve muchos momentos de cuestionamientos, pero después de 7 años (¡Tailandia fue ya hace SIETE años!) me puedo sentar tranquila a darme palmaditas en la espalda y sonreir con mi sonrisa de sabiduría porque tomé la decisión adecuada: Tailandia fue un momento crucial en mi vida, una situación que yo tenía que vivir. Y lo hice, y hoy soy mejor gracias a ello.
Igual me siento con mi decisión de irme a Estados Unidos hace 11 años, o a Bogotá después de Tailandia, y más recientemente a Alemania hace casi 2 años. Claro que en todas partes hubo momentos feos - especialmente los que incluyen clínicas y agujas y sacadas de sangre y dolor lejos de la mamá. Pero ajá. Ha habido más momentos buenos que malos. En todos los países en los que he vivido, han sido más los momentos buenos que los malos. Por eso estoy tranquila. Por eso me doy palmaditas en la espalda. Por eso no me cuestiono.
Pero en esos momentos auto-congratulatorios siempre tiene que pasar algo que me traiga de regreso a la cotidianidad intempestiva de la vida. El martes pasado sentí algo raro en el estómago - no era tipo apendicitis (el eterno diagnóstico de Honey), no era nada con la vesícula biliar (porque ya no tengo), no era dolor de barriga ni indigestión ni nada. Era esa sensación de que algo se me estaba olvidando, ese vacío tipo vértigo en el estómago que te indica que algo malo está pasando o va a pasar.
He tengo esta sensación muchas veces en mi vida. Pregúntame qué significan, o qué han significado.
NADA.
Absolutamente nada. Cuando tengo estos "presentimientos" llamo a mi casa y pregunto por la salud de todos. Y todos están bien. Ni siquiera cuando mi abuela se murió (yo estaba en EE.UU.) sentí nada raro. Entonces, después de 28 años de paranoia, decidí "dejar la maricada" y atribuí esa rara sensación a hambre. Me fui a clase, fui particularmente brillante a pesar de mi vértigo premonitorio, regresé a casa, hablé (por email) largo con mi mamá sobre detalles del matrimonio, tuvimos un poquito de chisme time, tuvimos todo lo que una mamá y una hija tienen durante una conversación virtual. Mi mamá bien y viva, mi papá bien y vivo, mi hermana defectuosa pero viva... ningún muerto nuevo, ningún chisme particularmente escandaloso... todo normal de ese lado del mundo.
Pero mi barriga seguía rara. Me comí una paleta y dejé las cosas así.
Pero resulta que sí fue algo. Intempestivo, como todas las cosas son. De repente. Sin anuncio. De la nada.
Y yo aquí... y la situación allá.
Y me cuestiono. Me cuestiono y digo, ¿qué rayos hago yo tan lejos de mi casa? Y me cuestiono y me da rabia. Pero tengo momentos inmediatos de lucidez que me dicen, Un momentico, un mo-men-ti-co. Qué sí, sí, ful barro lo que está pasando, y ful barro que estés tan lejos y todo, pero un momentico, que no vamos a dejar que una situación totalmente solucionable (que lo más grave que tiene es el factor sorpresa) opaque una decisión bien tomada. Alemania no es un error - es de las decisiones más acertadas que has tomado en tu vida. Y al irte (al irte hace 11 años) sabías que iban a pasar cosas mientras tu no estuvieras. Muertes y nacimientos, matrimonios y divorcios, grados y perdidas de año o cambio de carrera, choques y compras de carros nuevos... Iban a pasar cosas porque en la vida pasan cosas. Y aún haciendo una evaluación tranquila y pragmática de la situación decidiste irte y NO fue un error. Así que este no es momento de cuestionamientos. Se vale ponerse triste un ratico, se vale llorar un poquito y sentir la impulsividad de comprar un tiquete innecesario para viajar de una a la casa. Se vale. Pero no se vale cuestionarse. Sobre todo cuando no hay nada de qué arrepentirse.
Yo tengo razón. Pues, la yo dentro de mi tiene razón. En adición a esa yo brillante y pragmática, tengo una hermana que posee habilidades sobre-humanas de redactar informes completos sobre dichas situaciones, un tío para el que nada es grave, y un prometido que me abraza y me deja llorar (aunque le moje la camisa, la almohada y su lado de la cama).
Entonces hoy, sin negar que estoy un poquito triste por haber estado tan lejos durante la situación, me vuelvo a dar palmaditas en la espalda por una decisión bien tomada.
Ahora lo que me toca hacer es volver a confiar es mi barriga. Parece que la colicistectomía sí me dio poderes mágicos.
No siempre funciona. En Tailandia tuve muchos momentos de cuestionamientos, pero después de 7 años (¡Tailandia fue ya hace SIETE años!) me puedo sentar tranquila a darme palmaditas en la espalda y sonreir con mi sonrisa de sabiduría porque tomé la decisión adecuada: Tailandia fue un momento crucial en mi vida, una situación que yo tenía que vivir. Y lo hice, y hoy soy mejor gracias a ello.
Igual me siento con mi decisión de irme a Estados Unidos hace 11 años, o a Bogotá después de Tailandia, y más recientemente a Alemania hace casi 2 años. Claro que en todas partes hubo momentos feos - especialmente los que incluyen clínicas y agujas y sacadas de sangre y dolor lejos de la mamá. Pero ajá. Ha habido más momentos buenos que malos. En todos los países en los que he vivido, han sido más los momentos buenos que los malos. Por eso estoy tranquila. Por eso me doy palmaditas en la espalda. Por eso no me cuestiono.
Pero en esos momentos auto-congratulatorios siempre tiene que pasar algo que me traiga de regreso a la cotidianidad intempestiva de la vida. El martes pasado sentí algo raro en el estómago - no era tipo apendicitis (el eterno diagnóstico de Honey), no era nada con la vesícula biliar (porque ya no tengo), no era dolor de barriga ni indigestión ni nada. Era esa sensación de que algo se me estaba olvidando, ese vacío tipo vértigo en el estómago que te indica que algo malo está pasando o va a pasar.
He tengo esta sensación muchas veces en mi vida. Pregúntame qué significan, o qué han significado.
NADA.
Absolutamente nada. Cuando tengo estos "presentimientos" llamo a mi casa y pregunto por la salud de todos. Y todos están bien. Ni siquiera cuando mi abuela se murió (yo estaba en EE.UU.) sentí nada raro. Entonces, después de 28 años de paranoia, decidí "dejar la maricada" y atribuí esa rara sensación a hambre. Me fui a clase, fui particularmente brillante a pesar de mi vértigo premonitorio, regresé a casa, hablé (por email) largo con mi mamá sobre detalles del matrimonio, tuvimos un poquito de chisme time, tuvimos todo lo que una mamá y una hija tienen durante una conversación virtual. Mi mamá bien y viva, mi papá bien y vivo, mi hermana defectuosa pero viva... ningún muerto nuevo, ningún chisme particularmente escandaloso... todo normal de ese lado del mundo.
Pero mi barriga seguía rara. Me comí una paleta y dejé las cosas así.
Pero resulta que sí fue algo. Intempestivo, como todas las cosas son. De repente. Sin anuncio. De la nada.
Y yo aquí... y la situación allá.
Y me cuestiono. Me cuestiono y digo, ¿qué rayos hago yo tan lejos de mi casa? Y me cuestiono y me da rabia. Pero tengo momentos inmediatos de lucidez que me dicen, Un momentico, un mo-men-ti-co. Qué sí, sí, ful barro lo que está pasando, y ful barro que estés tan lejos y todo, pero un momentico, que no vamos a dejar que una situación totalmente solucionable (que lo más grave que tiene es el factor sorpresa) opaque una decisión bien tomada. Alemania no es un error - es de las decisiones más acertadas que has tomado en tu vida. Y al irte (al irte hace 11 años) sabías que iban a pasar cosas mientras tu no estuvieras. Muertes y nacimientos, matrimonios y divorcios, grados y perdidas de año o cambio de carrera, choques y compras de carros nuevos... Iban a pasar cosas porque en la vida pasan cosas. Y aún haciendo una evaluación tranquila y pragmática de la situación decidiste irte y NO fue un error. Así que este no es momento de cuestionamientos. Se vale ponerse triste un ratico, se vale llorar un poquito y sentir la impulsividad de comprar un tiquete innecesario para viajar de una a la casa. Se vale. Pero no se vale cuestionarse. Sobre todo cuando no hay nada de qué arrepentirse.
Yo tengo razón. Pues, la yo dentro de mi tiene razón. En adición a esa yo brillante y pragmática, tengo una hermana que posee habilidades sobre-humanas de redactar informes completos sobre dichas situaciones, un tío para el que nada es grave, y un prometido que me abraza y me deja llorar (aunque le moje la camisa, la almohada y su lado de la cama).
Entonces hoy, sin negar que estoy un poquito triste por haber estado tan lejos durante la situación, me vuelvo a dar palmaditas en la espalda por una decisión bien tomada.
Ahora lo que me toca hacer es volver a confiar es mi barriga. Parece que la colicistectomía sí me dio poderes mágicos.
Encontre tu blog por pura casualidad, pero vaya que fue chevere! Comence a leer entrada tras entrada, llegue a Julio y me devovlí porque dije...tengo que comentarlé!
ResponderBorrarSeguro y se nota que escribes porque se te viene en gana, pero yo como bloggero flojo, se lo chevere que es que no sólo escribo para Me, Myself and the other dude, sino que hay más gente que lee y hasta le gusta lo que escribo...y por eso pues, me quito el sombrero. No sólo escribes chevere, sino que me identifico en muchas cosas!
Congrats y espero sigas escribiendo porque ya te puse como "Favoritos" y pienso seguir pasando por aqui regularmente
Llegaste hasta julio?!?! WOW! Ojalá mi hermana fuera la mitad de entusiasta que tu con mis blogs, ja ja! Gracias por encontrarme y por "favoritearme"... claro que ahora tengo la responsabilidad de seguir escribiendo rico. No vaya a ser que te me aburras... :-)
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