Ir al contenido principal

Ya no me caigo, pero -

Ya no me caigo montando en bicicleta. He aprendido a soltar una mano del manubrio (pero sólo una) para rascarme la nariz o quitarme el pelo de la cara. Por cierto, no tengo ni la menor idea por qué rayos me rasca la nariz únicamente cuando voy a altas velocidades en bajadita en la bicicleta. Ahora mismo, por ejemplo, que estoy sentada, quietecita en mi cama, no me rasca. Pero no falla: no es más sino que me siente en la bicicleta y que empiece a andar rapidito, y ya la rasquiña se vuelve insoportable.

Ya no me caigo montando bicicleta. Soy una dura. Me quedo siempre en mi carril, aunque a veces ese carril se encuentre entre carros; cuando algún vehículo interrumpe mi camino, puedo sin problemas (y sin caerme) pasarme al carril de al lado y seguir mi camino. Puedo pasarme a otros ciclistas más lentos que yo. Puedo, incluso, cuando los semáforos y el tráfico lo permiten, meterme en el carril de los carros para hacer un rápido giro a la izquierda. Soy verdaderamente hábil (y me rehúso a hablar del incidente de hoy, que incluye a alguien pasándose un semáforo más o menos en rojo, y a un carro más o menos casi atropellando a alguien...).

Ya no me caigo montando bicicleta. Aunque todavía no me siento cómoda montando con chancletas ni con sandalias, sí me estoy arriesgando a montar en bicicleta sin pantalón, sin pantaletas térmicas, y sin medias protectoras. Claro que esto tiene mucho más que ver con el clima (¡está calientico!) que con mis habilidades y con mi valentía.

Pero a esto quería llegar - ya que está rico y calientico el clima (hoy estuvimos a tan sólo un grado menos que en Barranquilla), puedo salir en faldita y camisitas. Sin medias gruesas ni nada de eso. Escasamente las medias tobilleras para proteger los deditos en los tenis. Soy toda europea, toda sofisticada, montando en bicicleta con mis gafas y mi falda y sin caerme.

Entonces ayer salí con una falda toda veranera, deliciosa, de esa que baila con el caminar y que se mece con la brisa. Me monté en mi bicicleta y emprendí mi largo camino de 8 kilómetros a la universidad, a 18°C a las 7:30 a.m. No sé por qué durante todo el camino estuve solita, quizá era demasiado temprano. Monté tranquila, con todas las ciclo-vías para mi solita. Cogí todos los semáforos en verde (lo cual fue una sorpresa, porque realmente casi nunca la logro) - claro que ahora que lo pienso, más que una sorpresa ha debido ser una señal de que algo malo iba a pasar, porque no todo puede ser tan perfecto.

Mi pelo medio suelto bailaba en la brisa, la gotica de sudor deliciosa me corría por la espalda, las calles libres y los semáforos en verdes me bienvenían en cada esquina y me invitaban a seguir, a darle más duro.

Al acercarme más a la universidad, me encontré con que las calles estaban vacías porque (por alguna razón que aún desconozco) todo el mundo estaba en la universidad. Había tanta gente que me tocó bajar la velocidad. Aún así, no me caí, porque soy así de hábil.

Los últimos 300 metros de camino a mi edificio en el campus son una bajadita deliciosa (esa misma de la que a veces me quejo, porque el viento en contra me frena), que esta vez cogí a una altísima velocidad. Iba tan rápido que el bus que iba a mi lado no me pasó.

Y ahí fue cuando pasó.

El bus repleto de gente a mi izquierda, una parranda de gente a pie y en bicicleta a mi derecha, yo en el medio, en bajadita, y mi falda que se mece con el viento...

Bueno, mi falda se la quiso tirar de paracaídas y se se infló. Pero no sólo se infló: se levantó, cogió vuelo...

Claro.

Ya no me caigo... pero pongo mis inapropiadas pantaletas negras a la vista de todos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

de cómo nos conocimos (o, la infame historia del Bar Swinger)

Podría (debería) ser un tanto melodramática y describir la fría noche de otoño en que el universo conspiró a nuestro favor (y en contra de otros). Pero vamos, es Cajicá -- siempre hace frío. Y vamos, es Colombia -- realmente no hay temporadas. Entonces no, no. Dejemos la poesía de lado porque mucho tuvo esa noche, pero nada fue romance, nada fue amoroso, nada fue poético. A menos que la lujuria y lo carnal sean poético hoy en día. Yo salí con mi prima, él con su mejor amigo. Yo quería una noche de tragos y amigas, él (como buen gavilán pollero) iba en busca de pollitas. Yo ni me di cuenta de su llegada, él vio una mini falda y botas altas de cuero. Pero no nos adelantemos a los hechos. Esta historia es como la del Titanic, porque todos sabemos que el barco se hunde ( OMG, spoiler alert! ), pero nadie sabe cómo pasa eso. Y como toda historia, es una historia de amor. Todas las historias son historias de amor. Una noche de septiembre hace 6 años, mi prima me comentó que un amigo su

Stitch me ama

Estuvimos en Eurodisney en París la semana pasada. Fue una aventura impresionante - para mi, volver a vivir la emoción de Disney después de 14 años de no vivirla. Para Honey, descubrir a Mickey por primera vez. Si bien tuvimos una reunión privada con Mickey, con Buzz Lightyear y con Jack y Sally, tuvimos una experiencia increíble con Stitch. Resulta que Stitch se escapó de la estación espacial, robándose la nave de Capitán. Pero nosotros (Honey y yo, junto con Joaquín, el ayudante de la estación en la tierra donde podíamos comunicarnos con Stitch, y los otros tripulantes) logramos establecer comunicación satelital con Stitch. Y como la tecnología de hoy en día es maravillosa, no sólo teníamos audio, sino que podíamos vernos: nosotros a Stitch, y Stitch a nosotros. Más o menos así se veía: Stitch estaba sorprendido de ver a tanta gente en la estación, y pidió que se les presentara. Habló con un niño de Inglaterra, con una niña de Rusia, y con otra niña también de Inglater

Analizando los CantiCuentos

Yo le canto ful a #littleBabyHergett. A mi me gusta, y creo que a él le gusta. Bueno, él no tiene opción, realmente. Tengo un repertorio chévere de CantiCuentos - de esos que yo escuchaba cuando era chiquita. Pero a veces me quedo sin ideas y recurro al himno de Barranquilla, al de Colombia y al de los Estados Unidos (en ese orden de importancia), y cuando me quedo más sin ideas recurro a "Ironic" de Alanis Morissette. Y cuando la cosa está grave grave, hago un recuento de mis acciones al ritmo de la conga: " ¡Va-mos a cam-biar-nos!  ¡Va-mos a cam-biar-nos!  ¡Va-mos a cam-biar-nos! " Pobre #littleBabyHergett. No lleva ni tres meses el pelao y yo ya le he cantado las mismas canciones tantas veces que estoy casi segura que las reconoce. Y de tanto repetirlas, me he puesto a analizarlas - atención: ser literata no ayuda para nada cuando una se pone a analizar canciones que se le cantan a un bebé a las 3 de la madrugada para intentar dormirlo. Empiezo con el Negro C