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Mi problema es que soy mujer

Mi problema es que soy mujer. Eso lo tengo más que claro. Más que claro a partir de hoy.

Cuando llegué a Alemania, me quejé del frío. Y mi problema con el frío era que no tenía suficiente ropa para clima frío, porque ajá, yo, una costeñita de la capital de la República del Atlántico, ¿cómo voy a tener yo ropa apropiada para clima frío? (Vamos a ignorar por completo los 4 ique-inviernos que pasé en USA, y los 3 años que viví en Bogotá, ciudad capital de Colombia a 2,600 msnm, siempre entre 10-15°C.) Traje puras sandalias porque ajá, quién en Barranquilla anda por ahí con zapato cerrado a 35°C en la sombra. Traje camisitas y camisillas porque quién se la pasa forrada en manga larga y cuello-de-tortuga a 30°C cuando cae el sol. Traje shorts y faldas y vestiditos porque quién quiere sofocarse con jeans y pantalones a 28°C en la helada madrugada.

Hace 9 meses, y durante los pasados nueve meses, me la pasé congelada porque no tenía la ropa adecuada. Pues sí, sí, mi madre selva muy linda me mandó uno de mis abrigos comprado en Bogotá, y me mandó una manta-abrigo con guantes (lo más delicioso del mundo); y con la plata que me entró con una traducción complicadísima (es que yo me gano el pan no con el sudor de la frente, sino con los callos de los dedos) salí de compras y me compré mi hermoso abrigo rojo y un hermoso abrigo verde, y me compré botas con pelos, y me compré un par de busitos y pantaletas térmicas... pero es que andar siempre con la misma ropa, vestida como la foto, la copia, el doble... no, no, no, ¡qué vergüenza! Mejor pasar frío pero estar bien vestida.

Total, mi invierno fue un desastre. Honey de mal genio por todas las barbaridades que compré (pero no fue tanto. Él, como todo hombre, ¡es un exagerado!), y yo de mal genio porque no compré suficiente.

Y hoy, HOY, 20 de abril de 2011; hoy, miércoles de primavera; hoy, tuve el descaro de decir, en voz alta, sin sarcasmo y en serio, hasta creyéndomelo yo misma, que lo que tenía era pura ropa de invierno porque había dejado toda mi ropa de verano en la casa, en Barranquilla.

¡O SEA, NATALYA! WTF?! Total... 


Tienes 2 pares de botas con pelos (para invierno), pero 5 pares de sandalias (blancas, negras de tacón, negras sin tacón, cafés informal y cafés formal) y 2 pares de chancletas; pero todos tus zapatos de verano están en Barranquilla. 


Tienes 2 abrigos y como 4 chaqueticas, pero camisillas negra, morada, café, blanca, fucsia, azul; un par de jeans, pero shorts azul y beige; pero toda tu ropa de verano está en Barranquilla.


Tienes 2 o 3 pantalones, pero falda de jean a la rodilla (tumbada a tu hermana...), mini-falda de jean, faldita negra, faldita plaid, vestidito beige, vestidito de flores, vestidito de arabescos, vestidito verde, vestidito blanco, y creo que otro, pero te da pereza levantarte a revisar; pero toda tu ropa de verano está en Barranquilla.


Tienes un problema, Natalya, y tu problema es que eres mujer.  Eso está complicado de arreglar. Eres el prototipo de boba que siente que nada es suficiente, que necesita más; la típica que con tarjeta de crédito es un peligro; la que se inventa excusas para comprar más, siempre por necesidad y nunca por placer, claro está - el placer es uno de los pecados capitales, ¿cierto?


Ay, Natalya, Natalya... 


Eres mujer. No hay nada que hacer... 


Bueno, sí, puedes salir a comprar sandalias. Eso es lo que las mujeres hacen, ¿cierto? Si no puedes contra ellas, úneteles. Pero sin que Honey ni tu papá se den cuenta.

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